Mario Almada Otero falleció la tarde del martes 04 de octubre en Cuernavaca, ciudad donde residía desde hace algunos años. Nacido en Huatabampo, Sonora, el 07 de enero de 1922, destacó como uno de los principales actores del chili western, el cine violento y las cintas del tráfico de drogas.
El ingreso al cine de Mario Almada se da cuando su hermano Fernando le convence de fundar Producciones Almada para financiar las películas que el segundo protagonizaba, siendo la primer cinta que produce Nido de Águilas de Vicente Oroná en 1963. Su primer trabajo como actor es en la cinta Los jinetes de la bruja (Oroná 1965) cuando sustituye al actor Bruno Rey quien había sufrido un corte en el brazo que le impidió realizar su personaje. Pero es hasta 1968 con la cinta ultraviolenta de Todo por Nada (Alberto Mariscal) lo que le lleva a dedicarse de lleno a la actuación. En 1969 coprotagoniza El Tunco Maclovio de Mariscal, cinta fundamental del chili western mexicano, cinta que le da la Diosa de Plata al Mejor Actor Co-Protagónico.
Durante su carrera protagonizó más de 400 trabajos entre largometrajes, cortometrajes, videohomes. Entre sus cintas más recordadas se encuentran Los doce malditos (Sbert 1972), La isla de los hombres solos (Cardona Jr 1973), Longitud de Guerra (Martínez 1976), La Viuda Negra (Ripstein 1976), La Banda del Carro Rojo (Galindo 1978), Divinas Palabras (Ibañez 1978), Emilio Varela vs Camelia la Texana (Portillo 1980), El Extraño Hijo del Sherif (Durán 1982), Operación Mariguana (Urquieta 1985), Chido Guan, el tacos de oro (Arau 1986).
Una de sus cintas más representativas del cine violento que el actor protagonizaba es Siete en la Mira dirigida por Pedro Galindo III, una versión mexicanizada de Mad Mad (Miller) pero adaptada a lo que el público mexicano esperaba ver del director.
En 1989 protagoniza El Fiscal de Hierro (Acosta), la cual conocería tres secuelas: El fiscal de hierro 2: La venganza de Ramona (1990), El fiscal de hierro 3 (1992), El fiscal de hierro 4 (El fiscal de hierro vs. Ramona) cintas, como otras tantas de su filmografía de culto instantáneo.
Con la muerte de Mario Almada acaba una época del cine mexicano, vapuleado por la crítica, por los exquisitos del cine, pero adorada por los espectadores. El rey ha muerto y aún no tenemos sucesor.
