Ágora… el horror de los cristianos a la vida

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AgoraLapidada y menospreciada por los católicos alrededor del mundo debido a su dura visión sobre la horda de bárbaros que cimentaron a su religión apoyándose en la destrucción de la vida y la ciencia, Ágora, la nueva cinta de Alejandro Amenbar nos ofrece una cinta llena de pequeños detalles, burda en otros y, como en la mayoría de sus cintas, llena de manipulación de las emociones del espectador.

El relato de la vida y muerte de la filósofa y maestra neoplatónica, Hipatia, vista desde el punto de vista de uno de sus esclavos, le permite al director hacer una reflexión sobre la violencia e intolerancia generada tanto por personas religiosas como de aquellas dedicadas a la ciencia. Teniendo en un extremo a Hipatia y en el otro a Cirilo de Alejandría.

La cinta arranca en plena lucha entre los cristianos y todos aquellos que profesaban otra religión. Hipatia da clases en la Biblioteca de Alejandría, donde se conservan diversos pergaminos, papiros y objetos dedicados a la ciencia. Cuando la intolerancia de los cristianos les lleva a burlarse y atacar lo que es sagrado para otros, los enfrentamientos comienzan, culminando con la toma de la Biblioteca por parte de los bárbaros que queman todo aquello que contravenga lo que su dios les ordena.

Alejandro Amenabar ya no es aquel director de cámara nerviosa que nos cautivara en Tesis (1996) ni aquel que tocara temas sobrenaturales en Los Otros (The Others, 2001). Tampoco es aquel que nos conmoviera con la lucha por la dignidad que es Mar Adentro (2004). Pero no es distinto. En Ágora logra aterrorizarnos, conmovernos, manipularnos a su antojo viendo la manera en que, por medio de una religión, se destruyen culturas, se acaban vidas y se toma el poder.

En España la cinta levantó gran polémica entre sus detractores y la gente que la apoya. Los primeros argumentando que la cinta es un ente sin alma ni pies ni cabeza, pero sin reconocer que el gran problema para la mayoría de ellos es que la cinta despedaza a uno de los pilares de la iglesia católica, Cirilo de Alejandría quien fuera llamado Doctor de la Iglesia Católica por el Papa León XIII y que en la película es retratado como un ser ambicioso de poder, intrigante, con poco respeto a la vida, ciencia y cultura (y no estoy hablando de Juan Sandoval Iñiguez). Los otros alaban las cuestiones técnicas sin ver que en el fondo, el guión es maniqueo y ese es el mayor defecto de la cinta.

Amenabar saca a flote toda su desconfianza a los católicos y los exhibe en la cinta como lo peor que hubiera pasado a la ciencia y las artes. Quizá no muy alejado de la realidad pero que al ser mostrado en una película pareciera una postura mal intencionada. No hay un cristiano bueno en la película, todos son viles, ambiciosos, y el mayor acto de caridad lo impulsa un convertido que termina renunciando a ellos.

La película no es un péplum sino una cinta de togas y sandalias. En esta no hay batallas sino un drama, un triángulo amoroso peculiar entre dos personas y la ciencia, personajes históricos que con sus acciones condenaron su presente y el nuestro también.

En la recreación visual el director alcanza sus mejores momentos, ver Alejandria desde las alturas, recorrer la Biblioteca o ver al Faro a lo lejos es visualmente muy agradable. La destrucción de todos los documentos de la Biblioteca por parte de las hordas que entran enfurecidos por la cultura es un festín, una orgia donde la cámara termina tomando todo de cabeza para demostrar el sinsentido de lo que ocurre.

Las actuaciones son bastante correctas, sobresaliendo la de Rachel Weisz quien con su interpretación de la filósofa logra convencernos de su amor a la astronomía y la obsesión con ésta que le lleva a renunciar al amor físico, incluso a la vida. Max Minghella como Davo el esclavo y Oscar Isaac, como el prefecto de Alejandría, logran estar también en una buena interpretación de sus personajes pero es Sami Samir -quien interpreta a Cirilo- quien logra destacar más que el resto con esa rara combinación de locura, ambición y aires de misticismo.

A pesar de todos los ataques que la película recibió en España fue nominada a 13 Premios Goya, de los cuales gano 7, incluyendo el de Mejor Guión, perdiendo el de mejor película ante Celda 211, una de las cintas más intensas del año pasado.

Ágora es una cinta que puede lastimar algunas sensibilidades pero para aquellos cuya fe es fuerte no debe molestarles sino ayudarles a comprender más algunas cuestiones históricas de su religión.

Ágora, la caída del Imperio Romano

Ágora

Dir. Alejandro Amenabar

Con Rachel Weisz y Max Minghella

España 2009

Publicado originalmente el 10 de septiembre de 2010 en carteleradecine.mx

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