Ni hojalatero, ni soldado, ni sastre… sólo un espía

tinker_tailor_soldier_spyUna misión fracasa. El equipo se ve cuestionado, dividido. Lo que parece un reacomodo necesario para sobrevivir en realidad es un elaborado plan de un espía dentro de la casa, uno que puede destruir todo. Sólo un viejo elemento en el exilio parece capaz de detenerlo antes sea tarde.
La nueva película de Tomas Alfredson, director de Déjame Entrar (Låt den rätte komma in) que tanto nos impactara hace unos años, es una obra perfecta de espionaje, basada en la novela homónima de John le Carré, primera de una trilogía sobre Smiley y su enfrentamiento con Karla, la mente maestra del espionaje ruso.
La película se sostiene claramente por el cuadro actoral que tiene, encabezado por Gary Oldman, quien tiene apoyo en Colin Firth, Tom Hardy, John Hurt, Toby Jones, Benedict Cumberbatch, David Dencik y Ciarán Hinds. Todos demostrando porque son de los mejores actores ingleses de la historia, aunque pareciera gratuita la nominación al Oscar de Oldman al no realizar uno de sus mejores papeles, condenado a repetir algunos clichés que viene arrastrando desde hace algunos años en su actuar.
La historia es complicada de seguir, el director decide saltar entre el presente y el pasado sin aviso, sólo algunos detalles van demostrando en que momento transcurre la historia, con un ritmo pausado, sin prisas, dándose tiempo de darle vida a los personajes, dotarles de características que son esenciales para la historia.
Un elemento que podría causar polémica es que cuando se corre a todos los elementos viejos de la agencia, los que se quedan en el poder tienen insinuadas, y en algunos confirmadas, tendencias homosexuales, como queriendo demostrar que la decadencia de la misma se debe a que el poder ha dejado de estar en los hombres rectos del pasado, representados en esta ocasión por Oldman y Hurt.
La ambientación de la historia es perfecta, son los 70s en plena Guerra Fría y donde el espionaje era la moneda de cambio, todos espiando a propios y extraños. La música de Alberto Iglesias es uno de los puntos altos de la historia.
En México la cinta ha sido bautizada con el romántico nombre de El Espía Que Sabía Demasiado quizá buscando atraer al público fanático del cine de Hitchcock, dejando fuera el título original de Hojalatero, Sastre, Soldado, Espía (Tinker, Tailor, Soldier, Spy) que hace referencia a una rima infantil clásica inglesa y que sirve para ir designando a los personajes que van entrando al juego de ajedrez del espionaje.
Una gran opción si están hartos del cine comercial norteamericano y buscan algo bien hecho, de ritmos diferentes y con una historia fascinante.

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