Después de Lucía, dolorosamente real

Despues de LuciaGanadora de la Sección Una Cierta Mirada en el Festival Internacional de Cine de Cannes 2012 y cinta que inauguró la XV edición del Festival Internacional de Cine de Guanajuato, GIFF 2012, la segunda cinta de Michel Franco, Después de Lucía, es un gancho al hígado del espectador que lo cimbra, lo hiere y lo deja reflexionando sobre el mundo actual.

Alejandra carga sobre sus hombros el haber presenciado la muerte de su madre en un accidente automovilístico, el cual ha devastado a su padre quien decide que deben dejar Puerto Vallarta para refugiarse en la Ciudad de México. En la nueva escuela donde es inscrita se hace amiga de un grupo que pronto deja atrás la postura de seres simpáticos para revelar una tortuosa alma al hacerla víctima de bullying.

Si bien el tema que más sobresale en Después de Lucía es el bullying, no es el único presente en ella, también se habla de la relación padre-hija, de los sentimientos de culpa, de la incompetencia de las autoridades para poder juzgar a los menores cuando cometen delitos, de las falsas amistades.

La película tiene un inició que podría exasperar a todos aquello acostumbrados a que la situaciones se revelen muy rápido, puede ser molesto pero cuando la historia principal comienza a decantarse uno advierte lo importante es que haya sido así la primera parte de la cinta.

Tessa Ia se revela como una de las actrices más prometedoras de su generación al crear un personaje dolorosamente creíble, la transformación física y mental que tiene el personaje en el transcurso de la película no es nada sencillo y, sin embargo, ella logra pasar a través de todo, no es un robot que se abandona a la situación, es un ser humano que transmite todo su dolor sin hacer aspavientos, como lo retrata la escena del pastel de cumpleaños, la que en lo personal es una de las más complicadas de olvidar al acabar la proyección.

Michel Franco realiza con buen oficio la película, teniendo como leit motiv un ausente pasajero en el asiento trasero de los vehículos, como un incomodo espectador que sólo puede atestiguar lo que sucede sin poder impedir o ayudar en nada.

La situación del abuso por parte de compañeros escolares esta retratado de una forma cruda, lo que empieza como una buena amistad se complica cuando la protagonista mantiene una relación de una noche con uno de los chicos del grupo y permite que le grabe en video, el cual pronto recorre la escuela y le hace primero sufrir acoso a través del celular hasta derivar en franco hostigamiento sexual, emocional y físico.

Aún cuando tiene muchos momentos en que puede denunciar las agresiones prefiere callar antes de revelarles, en parte para proteger a su padre que no logra conciliar su vida tras la muerte de su esposa, en parte por el gran sentimiento de culpa que le genera el haber sido quizá responsable de la muerte de su madre.

La relación padre e hija es uno de los elementos más dolorosos de la historia, ambos encerrados en su mundo, concentrados en su dolor, imposibilitados de ver lo que el otro atraviesa, empeñados en ocultarse su dura realidad. Llena de pequeños detalles que nos hablan de su amor mutuo, la cinta retrata la imposibilidad de quitarse vendas para abrir su corazón entre ellos.

Aquellos que ejercen el abuso son presentados de una forma escalofriante, no son seres que inspiren miedo o repulsión, son aterradoramente normales, adolescentes típicos que al detectar y sentir la herida no dejan de sangrarle, de deshumanizar al otro hasta volverlo una sombra de lo que era.

Dolorosamente real, Después de Lucía es el retrato de una sociedad descompuesta, donde los rasgos de compasión son reprimidos, donde la solidaridad no es con las víctimas sino con los agresores (como erróneamente la Comisión de Derechos Humanos del DF ha intentado imponer), donde es más importante el nuevo iphone a tender la mano para sacar del abismo a los demás.


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