De la mano de los productores de Tres metros sobre el cielo y Tengo ganas de ti, llega Rompiendo Límites que cuenta con las actuaciones de Adriana Ugarte, Alex González y Alberto Ammann, dirigida por Daniel Calparsoro.
La película empieza como una película de acción, un trío de ladrones que ubica a hombres ricos fáciles de seducir por Ari (Adriana Ugarte) y así logran entrar a sus casas con facilidad, llevar a cabo el robo y salir antes de que los asaltados llamen a la policía.
En películas de este género es común que la trama sea tan sólo un pretexto para mostrar las persecuciones y carreras; con pequeñas excepciones de películas de acción que logran balancear trama con acción.
Lamentablemente el caso de Rompiendo Límites entra en una más del montón. No logra resaltar ni por sus efectos, ni actuaciones ni dirección; mucho menos por la historia. La cinta empieza como un trío de ladrones y sus técnicas de robo a una historia de amor al más puro estilo de telenovela barata.
Sumado a esto, el personaje principal Mikel (Alex González) es el estereotipo del hombre misterioso, sexy y que esconde un pasado terrible. Un cliché que termine en desastre cuando su decisión final lo vuelve en un completo imbécil aunque lo intentan emendar justificando que es una acción por amor.
La historia es fácil de descifrar una vez que se entiende que no se trata de una película de acción sino de un drama de telenovela enmascarado con autos deportivos y música electrónica.
Otro desacierto es la desigualdad en el tono de la música. Las canciones pasan del pop más meloso y plástico de hoy en día a dubstep y soundtrack al estilo de videojuegos de carreras. No hay un tono en lo que se quiere mostrar.
Rompiendo Límites no logra encontrar su propio camino, de una película de acción que se deja envolver por una historia cursi y termina siendo un melodrama para jóvenes que buscan la fantasía de un hombre perfecto y temerario y completamente enamorado.