Ruben Östlund es de esos cineastas cuya filmografía nos da su opinión sobre lo que es la pesadilla y el dolor de ser primermundista encorsetado. Si bien, no lo expresa en términos de culpa cristiana, como de repente nos ocurre con algunos filmes americanos o hace dos siglos con la gran literatura rusa, sí nos muestra una desazón suprema actualísima en el devenir de sus personajes, a los que no les otorga ni siquiera la catarsis de la tragedia, sino que los sume siempre en la perplejidad y el ridículo.
“La Farsa del Arte” (The Square), la cinta que lo ha llevado a ganar este año la Palma de Oro en Cannes y con la que inaugura nuestra flamante Muestra Internacional de Cine de Otoño 2017, continúa esta línea, llevando ahora a sus personajes por el resbaladizo paisaje del arte contemporáneo, el discurso del artista por encima de la pieza artística, el mercado del arte, su promoción y la violencia despiadada que invocan en su desesperación por imponer una visión políticamente correcta del mundo.
Un hombre se deja llevar por la actitud reaccionaria de su empleado para recuperar su cartera y otras cosas, robadas dentro de la intervención que da entrada al museo de arte moderno en que trabaja: su decisión lo lleva a encontrarse con un enemigo sorprendente que exige le restituya su honor; otro más se enfrenta a un ligue sospechoso que quizá quiera guardar su semen para los fines que su paranoia sospecha mientras la campaña violenta e infanticida que aprueba para publicitar su museo le estalla en la cara; una pieza mamona y pasada de moda es puesta en su lugar por un enfermo con síndrome de Tourette y por un intendente. Varios niños se erigen como víctimas, testigos y jueces. Humor negro y subversivo.
La amoralidad profunda que fundamenta la corrección política, no ha encajado nunca con los valores de la humanidad: su hipocresía se devela colonialista y reaccionaria de manera cada vez más obvia y Östlund es implacable echando luz al respecto. Quizá lo mejor de esta Muestra.