“Pobo'Tzu' (Noche blanca)” desentrañando las raíces

Al principio no había nada, la humanidad estaba sumida en la oscuridad hasta que los dioses la despertaron. Así como despertó la población zoque de Esquipulas Guayabal cuando la tierra se cimbró, como una diosa mesoamericana, y despertó al volcán Chichonal, guardián de las Montañas del Norte, causando caos, destrucción, sepultando todo lo que a su alrededor había. La noche marcó a los sobrevivientes y a las generaciones que los han seguido, quienes se vieron expulsados de la zona, dejando atrás sus pertenencias y sus raíces, Hoy en día un grupo de ellos ha vuelto a la zona sepultada, a excavar entre la tierra con el deseo de reconocer y recordar lo que ahí había.

El documental “Pobo'Tzu' (Noche blanca)” de Tania Ximena Ruiz y Yollot Alvarado nos lleva a conocer a una comunidad que aún trata de entender lo que ocurrió busca sus raíces, que se debate entre el recuperar o dejar en la tierra lo que fue reclamado por la naturaleza, porque como bien señala una de las voces en el trabajo, lo que está enterrado no sólo pertenece a los que lo buscan sino a aquellos que murieron en la zona.

Para recrear en pantalla la visión de esta comunidad y poder mostrarla a una sociedad acostumbrada a pisos asfaltados y comodidades tecnológicas, los creadores se apoyan mucho en sus experiencias previas como creadores de contenidos visuales. Tania es egresada de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado "La Esmeralda", lo que le ha llevado a crear proyectos que involucran pintura, cine, alfarería y arte sonoro, apoyándose en actividades como el alpinismo, la vulcanología y la investigación histórica para darle otra postura y punto de vista a los elementos presentados. Yollot es miembro de la Escuela Activa de Fotografía y ha presentado trabajos en la Bienal de Venecia, además de ser el director de fotografía de la inclasificable “Tenemos la Carne” (Rocha, 2016) donde su propuesta aunada a la visión del director lleva al espectador a estados similares a los buscados por esta cinta, de ensoñación y reflexión.

A través del paisaje de la zona, sin necesidad de recrear o recurrir a imágenes de archivo, se lleva al espectador a la noche del 28 de marzo de 1982, cuando el volcán Chichonal, en Chiapas, cimbró la zona con una fuerza que se calcula entre los 40 y 50 megatones (las bombas atómicas detonadas en Japón para forzar su rendición y concluir la Segunda Guerra Mundial tuvieron una fuerza de 13 kilotones). lo que dejo a ocho poblaciones cercanas devastadas, y cifras que oscilan entre las 2,000 víctimas y 20,000 damnificados.

El trabajo arranca con una interpretación del inicio del mundo bajo la cosmogonía zoque, narrada por Román Díaz Gómez, lo cual de inmediato nos establece su tono, no estamos frente al típico documental que muestra los hechos bajo la mirada periodística, didáctico o –en su peor vertiente- paternalista, sino que, por el contrario, se decanta por las tradiciones orales, lo místico. Es en esa idea donde los creadores del trabajo apuestan por una atípica forma de captar las cosas, a contracorriente de la mirada etnográfica o la exaltación que raya en la pornomiseria, tan recurrida por el cine mexicano. En su lugar, enarbolan una mirada plástica, llena de agudeza visual, bordeando los límites del cine experimental, pero sin perder nunca de vista el documentar las cosas y, sobre todo; dejando al espectador la tarea de interpretar de interpretar, con sus conocimientos o intuiciones lo que está presenciando.

Al mostrar durante el inicio paisajes donde se aprecia la neblina de la zona, de manera sutil se sugiere que “Pobo 'Tzu' (Noche blanca)”, no sólo es la mirada cotidiana de la zona actual, sino también el recuerdo de la ceniza volcánica cubriendo dicha zona tras la explosión. Es la ensoñación de los recuerdos, es el misticismo de la cosmogonía de la región, es la mirada que busca desentrañar más allá de lo que se ve a simple vista, intentando comprender las implicaciones del tiempo en la memoria, el cual como una densa capa cubre los recuerdos e impide verlos de forma clara, y acceder a ellos de una forma natural.

Para obtener esa visión poética, es vital la participación del poeta Trinidad Díaz Arias, quien nació la misma noche en que el Chichonal hizo erupción. Él se convierte en la voz viviente de la obra, y su influencia le confiere a la misma una identidad específica. “Pobo 'Tzu'” es un poema visual, donde la neblina que se levanta en la zona es más que un producto de las condiciones climáticas del lugar. Es el umbral a un mundo onírico, a un mundo distinto de los paisajes citadinos. Un paisaje digno de un cándido sueño, un escenario de los muchos evocados por la cosmogonía de la zona, donde de forma perfecta se plasma la íntima relación de la gente con su raíz ancestral.

El trabajo no teme el poner a cuadro a sus entrevistados, pero no es su principal recurso. La voz en off empleada para hilar finamente las imágenes nos permite ir adentrándonos en la importancia de interpretar las señales, de crear una voz autónoma ante lo que se muestra. “Pobo'Tzu'” no es una cinta obra fácil, no busca al espectador pasivo acostumbrado a recibir todo digerido. Requiere el compromiso para dejarse seducir por las imagenes, no rehuir a una lengua y una visión distinta a la nuestra y, por el contrario, entrar en su ritmo, darle preeminencia al sueño y la reflexión para interpretar mejor lo que se nos muestra.

Es en su tratamiento donde se diferencía de otros documentales sobre el tema, lejos, por ejemplo, de la intención de “Piowachuwe (La vieja que arde)” del maestro Juan Francisco Urrusti A. y Ana Piñó, creado en 1986 y que mostraba la zona en semanas previas a la erupción y a las consecuencias inmediatas de la misma, o de “Ecos del volcán” de Saúl Kak que muestra el día a día de la comunidad Rayón, en Chiapas, donde habitan diversos sobrevivientes de esa noche.

El esfuerzo colectivo por desenterrar la zona y recuperar los “tesoros” que quedaron atrás, impulsado por aquellos que vivieron ese momento y por los descendientes de aquellos quienes fallecieron, todo a partir de la interpretación de las señales recibidas por ese personaje que es doña Fulgencia, nos acerca a una sociedad ávida de rescatar y conservar sus raíces, sus recuerdos, que busca hallar tesoros que pueden variar según cada uno de los involucrados - para algunos son riquezas materiales que quedaron bajo tierra, para otros es hallar una respuesta a un pasado familiar-, pero que al final de cuentas, en esencia, son lo mismo: un recuerdo perdido.

Vale la pena detenerse un poco en la idea de la recuperación de la memoria, de recobrar la identidad. Hoy en día tenemos muchas formas de definirnos, de atarnos a algo, de identificarnos como oriundos de algún lugar, pero en el fondo, en realidad estamos muy alejados de los conceptos básicos de identidad. Como señala Zaira Navarrete en su artículo "Construcción de una identidad profesional: los pedagogos de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad Veracruzana", la identidad es un concepto aporético, es un concepto que se contradice y se hace paradoja al tener la condición de necesariedad y a la vez de imposibilidad, es un concepto que es necesario para hablar de algo que caracteriza temporalmente o históricamente a un sujeto o a un campo disciplinario pero, a la vez, es imposible de representación precisa y definitiva.

Es en este punto cuando toma un sentido claro la intención de la comunidad de, por medio de la excavación, recuperar el lugar donde estaba enclavada la iglesia. No sólo se recuperan las riquezas (hablando en valor monetario o litúrgico) que se supone están ahí, es regresar también a las raíces del sincretismo cultural que ha forjado la nación mexicana, es reafirmar lo que se fue, lo que se es, lo que será, es poético y a la vez digno de estudios sociológicos profundos todo lo que esto entraña. Particularmente, es reveladora la parte final donde se ha descubierto ya parte del interior de la iglesia, que es cuando los directores deciden ya no ir más allá, conscientes de que están frente a una historia sin final posible. Ese momento culmina la narración a la vez que abre camino a nuevas interrogantes, dejando abierta no solo la pregunta de que se hará con lo hallado. Porque cuando uno regresa a sus raíces, nunca es el final de la aventura sino el principio de otra, al comenzar a entender a dónde se quiere ir; si solo se quiere rasgar la superficie o se quiere ir a más profundidad.

Por lo tanto, “Pobo 'Tzu'” es un ensayo sobre la reafirmación de la identidad y –paradójicamente-  a la vez que sobre la imposibilidad de encontrarla. La excavación en la zona de la iglesia podría parecer un retorno a sus raíces, pero al ser en realidad la búsqueda de un ícono religioso ligado a creencias europeas, ya no es una mera búsqueda a de la raíz indígena, sino del rescate y reafirmación del sincretismo cultural que ha forjado no sólo la zona de Chiapas sino a toda Latinoamérica, donde la representación de la cosmogonía se funde con los ritos importados y se crea un nuevo ser. No hay una identidad pura o única, y es en este punto donde reside el mejor hallazgo del documental. Al hacer al espectador consciente de la inexistencia de dicha pureza, rompe con los conceptos clásicos del documental, los cuales indican no se debe influir en lo capturado. Y se permite dar un paso adelante y llevar todo a un nuevo nivel de entendimiento y de alcances, más cercano a las nuevas narrativas que deben explorarse y construirse, y que permitan tender nuevos puentes a otras audiencias, reacias tanto a acercarse a esos temas, como al formato tradicional del documental en sí.

"Pobo'Tzu' (Noche blanca)"

A casi cuarenta años de la explosión del Chichonal, los sobrevivientes y descendientes de los habitantes de la zona regresan a su poblado sepultado para recuperar los tesoros que quedaron sepultados, iniciando a la par un viaje a sus raíces.

Dirección y guión: Tania Ximena Ruiz / Yollot Alvarado.

Fotografía: Yollot Alvarado.

Edición: Yibram Asuad / Liora Spilk.

Música: Carlos Edelmiro.

Producción: Julia Cherrier / Mónica Moreno.

Con: Román Díaz Gómez, Trinidad Díaz Arias, Fulgencia Domínguez Martínez. México 2021.


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