“Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” aterrizan en Cinemex

En enero de 1972, el planeta recibió la llegada de un mesías extraterrestre que pregonaba su palabra a través de la música que tocaba. Su nombre: Ziggy Stardust, alter ego del talentoso artista inglés conocido como David Bowie. El profeta marciano no vendría solo, pues tendría el sentido apoyo de las Arañas de Marte conformadas por los cuerpos mortales de Mick Ronson, Trevor Bolder y Mick Woodmansey, poniendo como su pista de aterrizaje el Borough Assembly Hall en el condado de Aylesbury.

Pocas veces se crea una leyenda como la de Ziggy, un personaje que para el mismo Bowie era de lo más sencillo y que tendría mucho en común con otro extraterrestre a quien daría vida en el cine, Newton en “El Hombre que Cayó a la Tierra“ (The Man Who Fell to Earth Roeg, 1976). Sin saber el gran fenómeno que sería, David continuó alimentando al mito de esta creación, que no sólo creció en la popularidad sino también en la estructura del show mismo que rodeaba a estos músicos marcianos con un concepto bastante relevante en plena explosión del glam rock.

No cabe duda que una de las mejores obras musicales de la historia de Bowie fue “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars”, álbum lanzado en el mes de junio de 1972, en un punto álgido en que el performance armado ya venía sonando muy fuerte. Pero es gracias a este proyecto conceptual que Ziggy puede contar su historia, logrando que este ente de otro planeta (o hasta universo) y sus fieles acompañantes sean celebrados, condenados y llevados hasta el Rock ‘n’ Roll Suicide que los liberara de sus cadenas.

Su cuarto álbum de estudio lo colocó en un estatus que ninguna de sus obras anteriores había adquirido. A pesar de que la BBC usó su “Space Oddity” para la transmisión del alunizaje en 1969 o su anterior proyecto, “Hunky Dory”, había entregado rolas icónicas como “Changes” o “Life on Mars?”, la libertad encarnando a Ziggy Stardust fue especial. Sin embargo, el alter ego tendría que encontrar su muerte eventualmente, pues el relato de este marciano rockero fue una de las etapas más aplaudidas pero agotadoras del “Camaleón”.

Después de 18 meses encarnándolo con sus colores vibrantes y la libertad sexual en ascenso, Ziggy daría una última presentación en una muerte no anunciada a nadie. Cinco décadas han pasado ya desde el último aterrizaje en el Hammersmith Odeon, donde ante una casa llena de aproximadamente 3500 fanáticos y con un nuevo álbum en puerta, Aladdin Sane, Bowie decidiría ejecutar al icónico y ambicioso extraterrestre. “Este es el último show que vamos a dar”, mencionaría de manera profética el joven David, para despedir para siempre los encuentros cercanos del tercer tipo con la gran estrella que volvería a su planeta.

A través del lente de D.A. Pennebaker, experimentado director que ya había trabajado con Bob Dylan en “Don´t Look Back” (1967) además de capturar un registro de lo sucedido en el festival Monterey Pop (1968), tocaba el turno de presenciar a Bowie y compañía, anunciando desde la secuencia de títulos con esas marquesinas típicas de los teatros la parada estelar del hombre que llegó a la tierra con toda su banda.

Ante los vistazos detrás del escenario que muestran al británico siendo preparado en maquillaje y vestuario para su presentación estelar y las emociones fuera del Odeon, el recuento de esa noche que marcaría el fin de Ziggy y el próximo comienzo de “Aladdin Sane” comienza entre la penumbra ante las palabras de bienvenida a todos los asistentes y la audiencia en la sala de cine para presenciar la luz de Bowie al pisar el escenario con sus poderosas arañas con la Novena Sinfonía de Beethoven de fondo para comenzar el último relato del señor Stardust.

Tal vez uno de los más grandes logros de Pennebaker sea el transmitir el concepto de lo que fue “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” en ese show tan especial. Todo el concepto, la idea, los vestuarios y la personalidad de Bowie junto con la alocada vibra de Mick Ronson en su guitarra, fueron elementos clave para entregarle al público una noche inolvidable, ya fuese en ese mítico teatro en 1973 como a todos los grandes fans del artista que tienen la oportunidad de conmemorar cinco décadas de la gran influencia de la estrella radiante de Bowie.

Entre algunos de sus éxitos tempraneros y cinco de los temas característicos de ese álbum conceptual, fue una noche de sorpresas que fue elevando los decibeles poco a poco. Ver el contraste del Bowie frente al escenario, entregándose a su gente que poco a poco enloquecía con sus movimientos y cánticos contra lo que vive detrás de escena, la preparación necesaria para el espectáculo y ciertas visitas especiales como la de Ringo Starr, es parte del corazón latente de esta obra que finalmente muestra el show completo completamente remasterizado.

Si bien hay momentos en que la oscuridad gana en la imagen del público por la poca iluminación hacia ellos, se perciben los guitarrazos, los dilemas de audio y toda la energía entre gritos, batacazos y solos de guitarra con un Bowie que despliega la gracia de Ziggy Stardust, rindiéndole tributo incluso a bandas como The Beatles, los Rolling Stones, Lou Reed o Chuck Berry, este último revisitado no solo por las Arañas de Marte sino con el apoyo de Jeff Beck, uno de los invitados especiales de esa noche inolvidable que terminaría, cómo no, con la presentación de “The Jean Genie” y la posterior caída del extraterrestre con su “Rock 'n' Roll Suicide”.

Así, este último show plagado de grandes sorpresas y un setlist mágico, resulta el pretexto ideal para desahogar la locura, presión y todo el universo que Ziggy Satrdust y sus Arañas de Marte traerían a nuestra existencia, dejando una huella imborrable a través de un inigualable pero cansado concepto lleno de maquillaje y vestuarios coloridos. Afortunadamente podemos celebrar ese adiós y qué mejor que se pueda disfrutar en pantalla grande por dos días en Cinemex, uniéndose a la conmemoración de la obra del Starman original que continúa ahora con la locura de 50 años del lanzamiento de otro álbum clave salido de las cenizas de Ziggy: “Aladdin Sane”.

 


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