A veces, la historia de nuestras familias tiene más que contarnos. Algo así fue lo que vivió Mauricio Avendaño, joven cineasta que pudo redescubrir la labor periodística y social de su abuela gracias al documental “Fantasmas con Armas”, donde gracias a mucho material encontrado en su videoteca familiar encontró con una figura fuerte que alzó la voz en medio del levantamiento zapatista. cineNT charló con el joven sobre este filme que forma parte de la programación de los 20 años de Ambulante Gira de Documentales.
Para Avendaño, fue una grata sorpresa encontrar esos archivos ocultos, casi como una mina de oro. “Fue un momento interesante porque realmente los encontré en una caja arrumbada en mi casa, que era de archivo y había unos 100 VHS en ella. Por mera curiosidad, me puse a ver que había y era muchísimo porque tenía muchos programas de televisión que grababan mis abuelos y mis papás durante muchos años, entre noticias y caricaturas donde iban reutilizando las cintas”.
“En medio había eventos súper importantes en la historia y fue una sorpresa fortuita encontrar esas joyas dentro del material. Fue casi como una búsqueda del tesoro, ir viendo cintas donde pasaban tres horas de los Pitufos y de repente estaban los diálogos de la Catedral. Sabía que lo que estaba viendo no se podía quedar abandonado en San Cristóbal”, añadió.
Reencontrarse con su abuela a través de este proyecto fue una de las principales riquezas que le otorgó. “Fue duro, porque obviamente conocía a mi abuela como la que me cuidaba y la iba a visitar a Chiapas. Pero con esto, pude entender quién era como mujer profesional y periodista y no como mi abuela. Y la verdad sí fue como volver a conocerla al reencontrarme con esta parte que ella mantuvo mucho tiempo alejada de nosotros los primos, porque era una realidad muy dura”, afirmó.
Pero el camino del reencuentro no fue tan sencillo. “Cuando le propuse la idea de hacer esta película siempre, ella me decía ‘¿por qué quieres saber esas cosas tan feas? Le decía que tenemos que recordarlas aunque sean dolorosas. Ya que aceptó, fue conocernos de nuevo, una experiencia muy rica de la que realmente estoy muy agradecido por haber podido tener la oportunidad de tener a una mujer como ella, primero de abuela y luego como colega”, confesó Mauricio.
Uno de los principales retos de Fantasmas con Armas fue caminar la delgada línea entre lo personal y lo histórico para Avendaño. “Sí fue un proceso complicado. Fue un trabajo de casi escribir dos películas. Primero, una de cómo le afectó el 94 a Conchita como ser humano, como madre de familia, como esposa. Y luego, cómo impactó este evento en Chiapas. Teniendo esas dos historias, hay muchos lugares donde se iban combinando. Así es como pude pasar entre una y la otra”, expresó.
“El hacer esa división personalmente y decir que me voy a poner el sombrero de Mauricio el director y voy a tratar de ver esto lo más objetivo que pueda y tratar de decidir qué partes sí y cuáles no, para de repente volver a la gorra de Mauricio el nieto y Mauricio el que creció con esta abuela y darle ese toque cálido al relato que no es un reportaje periodístico, sino la historia de una familia, fue duro”, complementó el cineasta.
Otro de los temas principales es el Levantamiento Zapatista, que a pesar de todo, si provocó cambios importantes. “Es verdad que el zapatismo no logró lo que ellos intentaban hacer, es decir, su plan inicial no se cumplió. Pero eso no quiere decir que hayan fracasado. Las cosas no son tan blancas y negras en este mundo tan complejo. Creo que al final el zapatismo no logró su lucha por mil razones, pero definitivamente hizo un cambio en este país. Sí hay un antes y un después en pensar en siquiera la posibilidad de que existan derechos indígenas en México a partir de ellos y continúan siendo una bandera para ellos y para muchas otras causas”, manifestó Avendaño.
“Hay miles y miles de comunidades, de idiomas, de culturas diferentes y ricas en este país, que todas se apoyan de la visibilidad que les otorgó el zapatismo, pero que luchan por su propia cultura. La batalla de estas miles de culturas diferentes, a mí me parece realmente un éxito rotundo del movimiento”, añadió.
El enfoque periodístico del proyecto refiere la lucha constante de Conchita, misma que observó cómo la mayor causa se perdía entre los intereses de poder. “Definitivamente los periodistas tienden a ser como la piedrita en el zapato de mucha gente en posiciones de poder en este país. Pero mi abuelita era una persona que no se doblaba ante nadie. Podría ser el policía de la esquina o el presidente de la república y ella iba con la misma firmeza a decirle ‘oiga señor, esto está mal’. Lo hizo siempre con cualquiera que ella consideraba que estuviera haciendo algo que no era correcto”, resaltó el nieto de la periodista.
Basta ver ese duro encuentro final en una mañanera, donde ella encara a un viejo compañero en pleno sexenio de López Obrador. “Fue una aventura realmente entrar ahí. A mí me dio mucho orgullo poder acompañarla porque eso fue algo que ella nos pidió. Me dijo que quería decirle algo a Jesús Ramírez, el vocero del presidente del Observador, que también fue colaborador de los varios periódicos allá en Chiapas durante mucho tiempo. Y dije ‘pues claro que sí, abuela, lo que necesites’”.
Asimismo, eso provocó una sensación de revaloración de la labor periodística en el joven director. “Sentí por un momento lo que es ser esa clase de periodista, de meterte a la boca del lobo a enfrentar a alguien que está en la posición más alta que se puede tener en este país. Fue un momento de muchos nervios que me hizo entender en primera persona lo que mis abuelos pudieron sentir en algún momento. Y creo que eso formó las sensibilidades sobre la parte periodística que se fueron armando después en la película”.
“Pero sí fue un momento que me llenó y me hizo sentir que nunca hay que dejar de luchar, que si se triunfa o se fracasa estrepitosamente, la lucha nunca termina y no podemos rendirnos por un fracaso ni descansar en nuestros laureles si logramos algo, porque ahí, donde uno deja de luchar, es donde las cosas se vuelven a podrir”, admitió.
“Definitivamente me cambió hacer la película. Estaba platicando que me tardé muchos años haciendo esta película que me convirtió en hombre”, reflexionó Avendaño sobre este documental. “Si me veo yo mismo al inicio de la historia, no entendía muchas cosas, principalmente de dónde vengo, de esta herencia periodística y de esta integridad inquebrantable que han tenido mis abuelos, que tiene mi papá y que ahora tengo yo de alguna manera, que siento que puedo heredar y que tengo acceso a ese poder de querer luchar por lo que siento que es correcto”.
“Todo cambió en mí en el sentido de que me percaté que el ser periodista es ser un guerrero la pluma o la cámara, es un arma que podemos usar para transformar el mundo a nuestro alrededor. Muchas veces nos sentimos impotentes ante las cosas que pasan en este mundo y mi abuela me enseñó que siempre hay algo que hacer. Aunque yo no puedo decir qué va a ser y qué no, tengo el poder de registrarlo y de que esté ahí y el poder de la memoria es mucho más poderoso de lo que uno puede imaginar”.
Concluyendo la plática, Mauricio resaltó la importancia de la memoria, la historia y el periodismo en el país y en el mundo. “Es importante que tengamos las cosas en la cabeza y que recordemos que esto fue algo que sucedió, que fueron personas reales. Ayudan a que las cosas eventualmente cambien, que la máquina no se detenga. Y ahí es donde entendí yo qué es realmente ser un periodista, qué es informar, cuál es la búsqueda de la verdad. Eso es lo que podría definir como el alma del periodista”, puntualizó.