2024

El western es indiscutiblemente el gran género norteamericano, la conquista del territorio ha dado pie a grandes películas cuyo trasfondo es la lucha del espíritu para no rendirse, para vencer las dificultades y cimentar las bases de lo que se convertiría la sociedad estadounidense, no extraña entonces que el cine regrese a él siempre buscando crear historias épicas y que resuenen en las épocas en que se realizan, siendo ahora el turno de “Horizonte, Una Leyenda Americana” (Horizon: An American Saga – Chapter 1) ambicioso proyecto del creador Kevin Costner.

En plena dictadura del tik tok, donde la atención de los nuevos espectadores parece no poder durar más de treinta segundo, Coster decide hacer una cinta de 10860 segundos, casi tres horas de duración, donde todo lo que vemos en pantalla es sólo una pequeña porción de la historia que desea relatarnos, la de la forma en que se habitó el pueblo de Horizon, desde sus sangrientos primeros orígenes.

Hace cinco años, Todd Phillips estrenaba “Guasón” (Joker) una cinta que, para muchos fans del boom de las adaptaciones superheróicas, sería sorprendente debido a su contendio adulto y su énfasis en un villano como el Guasón en un universo totalmente opuesto a los vitos anteriormente en DC. Tomando como base a Martin Scorsese y con Joaquin Phoenix como protagonista, la cinta fue todo un éxito de taquilla gracias a la presentación del perutrbado Arthur Fleck, víctima de abuso infantil y constantemente bulleado por una sociedad que lo violentó hasta el cansancio… hasta que él decidió violentarla de vuelta abrazando su trauma interno y desatándolo sobre aquellos que lo molestaron, dando vida al Guasón.

Con un final polémico donde la figura de este payaso del crimen terminaba por ser elevada como modelo a seguir en medio de un filme lleno de un tono muy a lo Scorsese y su Nueva York  de finales de los 70 y principios de los 80 visto en “Taxi Driver” y “El Rey de la Comedia”, la cinta encumbró a Phoenix, que ganó el Óscar por su actuación y mostró una nueva cara de Phillips como cineasta, mismo que ahora toma el riesgo con “Joker: Folié a Deux” de utilizar algo que jamás ha dirigido en un género totalmente opuesto a lo propuesto en su antecesora: el musical, pero motivado por una antítesis del mismo.

Las comunidades inmigrantes clandestinas en los Estados Unidos siempre han vivido con la zozobra de que sean deportados ante su situación jurídica, a raíz del paso del expresidente Donald Trump, las medidas se endurecieron, rompiendo un equilibrio silencioso por un silencio criminal, lo que ha provocado que muchas familias sean separadas y destrozadas en el camino. La cinta “America’s Family” de Anike Tourse nos lleva a conocer una de esas historias.

La familia Díaz vive en los Estados Unidos, conformada por inmigrantes clandestinos e hijos nacidos ya en territorio norteamericano, un día, el ICE  (Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos) llega a su hogar para deportar al hijo mayor por una falta cometida por éste en su infancia, deteniendo de paso a la matriarca de la familia. El padre deberá refugiarse en una sinagoga mientras otro de sus hijos, abogado, deberá hacer frente al entrampado judicial para reunir a su familia.

En el 2004 Guillermo del Toro llevaría a la pantalla su adaptación del comic de  Dark Horse Comics creado por Mike Mignola, “Hellboy”, la cual conocería con él una secuela y que en 2019 sería víctima de un atroz reboot, por lo que al anunciarse la llegada de una nueva cinta las expectivas no eran elevadas, menos cuando al mostrase los avances nos percatábamos de que los efectos se veían chafísimas y la ambientación muy barata, pero, ¡oh, sorpresa!, la película si es eso y más, creando quizá la mejor adaptación del comic al cine y, a la par, una película sumamente honesta y fiel a sí misma.

Hellboy y Bobbie Jo Song trasladan una araña embudo poseída a sus cuarteles cuando al pasar en tren por un pueblo perdido y olvidado, ésta escapa provocando que deban capturarle de nuevo. En el lugar descubren que hay una maldad oculta que busca el alma de todos los habitantes, por lo que con ayuda de un lugareño, deberán enfrentarse al Hombre Torcido para liberar al lugar se presencia.

Si hay un actor cuya presencia en pantalla ha marcado a diversas generaciones es Michael Keaton, con sus papeles que van de lo desenfrenado a lo serio, siempre logra convencer a todos de su gran capacidad histriónica, ahora, en su segundo trabajo como director, con “El Plan del Asesino” (Knox Goes Away) nos trae una cinta que bebe de los clásicos del film noir para llevarnos a una historia de redención.

Knox es un asesino a sueldo que sufre de una rara enfermedad que amenaza con dejarle incapacitado en muy poco tiempo por lo que busca hacer las paces con su familia y su pasado, pero todo se complica cuando su hijo aparece en escena para pedirle ayuda por un crimen que acaba de cometer.

El body horror ha ido ganando espacios dentro de los espacios que antes le cerraba la puerta de forma total, siendo el Festival Internacional de Cine de Cannes el que más les ha abierto las puertas, tanto que en 2021 le otorgó su máximo galardón a la sobrevalorada "Titane" y que sacudió las buenas consciencias del evento, una película que se jactaba de provocadora, innovadora, pero que en los hechos era una cinta que puede impresionar a aquellos que nunca han visto cine de género pero que, para los fanáticos de ese tipo de cintas, no ofrece nada más que clichés. Es por eso que, al ganar este año “La Sustancia” (The Substance) el premio a Mejor Guión, muchos esperábamos otra cinta apantalla bobos, pero la sorpresa viene con una de las mejores cintas del subgénero de los últimos años.

Elisabeth Sparkle ha dejado atrás sus días de estrellato y fama, confinada a un programa matutino de rutinas de ejercicios. Cuando descubre que los ejecutivos de la empresa buscan cambiarle por alguien más joven, entra en depresión. Tras un accidente, alguien le acerca una usb que contiene información que le permitirá ser joven de nuevo. Pero con la juventud llega la inexperiencia, la ambición y el egoísmo.

A mediados de la década de 1980s era imposible ser niño y no estar obsesionado con los Transformers, estos robots inmensos que habían hecho de la Tierra su nuevo planeta y donde la lucha entre buenos y malos eran el pan de cada día. Cuando en el siglo XXI llegaron al cine en live action fue para muchos un sueño que conforme avanzaban las secuelas se convertía en pesadilla. Ahora llega a pantallas “Transformers Uno” (Transformers One) un nuevo intento de construir una nueva saga pero en forma de animación y, hay que ponerlo claro, el inicio de ella es impresionantemente bueno, recuperando la emoción de las viejas caricaturas y haciendo que todos los espectadores se sientan como si tuvieran 10 años, fascinándose ante la épica se desarrolla ante sus ojos.

Orion Pax y D-16 trabajan como mineros en Cybertron bajo las órdenes de Elita, mientras Sentinel Prime y sus soldados buscan un mítico objeto que les permitirá reactivar su planeta. Cuando las cosas no salen como Orion espera tras una carrera, deberá unir fuerzas con D-16, Elita y Badassatron para salvar su mundo, aunque en el camino la hermandad se romperá.

Las apariencias dominan todo lo que tiene que ver con la percepción que la sociedad tiene de alguien o de un suceso, sin importar la verdad o los motivos que llevan a la gente a realizar una acción, siendo más importante lo que las masas perciben que el analizar lo que ocurre. Con esa idea del culto a la apariencia, llega la adaptación cinematográfica de la novela “Casi el Paraíso” de Luis Spota publicada en 1956, Opera Prima del reconocido productor Edgar Sanjuan, quien realiza su primer largometraje como director.

El conde Ugo Conti conoce a Teresa, la hija de un político de segunda línea del gobierno de México, quien busca ser designado como el candidato oficial para la gobernatura de Oaxaca. Ese encuentro lo hace relacionarse con poderes y fuerzas a las que cree controlará, sin darse cuenta la forma en que se convierte en un peón de ellos. Pero aún dentro del mundo de simulaciones políticas mexicanas, hay sitio para que un impostor europeo busque salirse con la suya.

Una de las novelas consideradas infilmables dentro de la literatura mexicana es “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, un relato rural donde la realidad y el reino de lo fantástico se funden para crear un fascinante encuentro sobre las raíces y la identidad, aún así ha sido llevada al cine en tres ocasiones, la primera en 1967 dirigida por Carlos Velo, la segunda en 1976, hecha por José Bolaños y la más reciente, de 2024, Opera Prima del cinefotógrafo Rodrigo Prieto.

Juan Preciado llega al pueblo de Comala en busca de su padre, un tal Pedro Páramo, sólo para hallar un lugar desolado y habitado por rencores y fantasmas del pasado, quienes le irán develando los secretos del lugar y la personalidad de su padre.

En 1988, el cineasta californiano Tim Burton, que había salido de Disney por diferencias creativas, lanzaba su segundo filme como director. Después de haberle dado vida a la extravagante mirada de Pee Wee Herman (Paul Reubens) y su breve paso por la televisión con episodios de Alfred Hitchcock presenta y el Faerie Tale Theater, tomaría esta comedia de humor negro centrada en una pareja de fantasmas, los Maitland (Geena Davis y Alec Baldwin), y su encuentro con la familia Deetz que deriva en la presencia de este autodenominado bio exorcista dispuesto a todo llamado Beetlejuice (Michael Keaton).

“El Súper Fantasma” (apodado así en México) sería una ventana interesante hacia la creatividad de un autor que, a través del choque de mundos de vivos y muertos, comenzaba a crear un sello estilístico en el que Burton se divertía usando efectos prácticos. Pero ese cineasta se perdió en un limbo entrando al nuevo milenio, teniendo algunos chispazos con “El Cadaver de la Novia” (2005) o el musical “Sweeney Todd” (2008), pero perdiendo esa mirada entusiasta e, incluso, su pasión por hacer cine.