Arturo Ripstein regresa a la pantalla grande con una particular visión de Madame Bovary del francés Gustave Flaubert, adaptada al México actual y protagonizada por Arcelia Ramírez en el papel principal. Desafortunadamente, a pesar de los grandes intentos del director por alejarse del estilo que salpicó durante años su cine, un guión lleno de frases de novela que se sienten todo menos naturales e interpretaciones teatrales de casi todos los involucrados no permite que la cinta Las Razones del Corazón se sienta fluida.
Ripstein es una de las vacas sagradas de la cinematografía mexicana y pareciera que sólo hay dos opciones con su cine, o te gusta o lo odias. En esta ocasión debo reconocerme como un gran admirador de su trabajo y apreciar su retrato de la sordidez humana que procura siempre representar. Y debo decir que Las Razones del Corazón es, para mí, uno de sus trabajos más flojos de los últimos años a pesar de lo valiente que es el presentar el retrato de una mujer atrapada en un amour fou en pleno siglo XXI.
El gran desacierto de la cinta son sus diálogos, querer preservar el estilo y forma de las novelas no funciona para que los actores suenen naturales, para que lo que vemos en pantalla no se vea artificioso, no faltaran quienes alaben estos diálogos pero en cuestión de narrativa cinematográfica van sacando al espectador de lo que transcurre en pantalla. Y es a causa de estos diálogos que muchas veces pareciera que estamos viendo teatro filmado, situación a la que no ayuda mucho a que la mayoría de la acción transcurra en un sólo lugar, a pesar de que la cámara no deja de registrar todo con un gran ritmo cinematográfico que simplemente no tiene empatía con lo que capta.
La fotografía en blanco y negro, el manejo de cámara, la parte técnica en general es lo que esperamos de una película de Ripstein, su perfeccionismo lo vemos en pantalla. La dirección de arte es un deleite, está llena de detalles que permiten sentir el realismo del lugar, palpar la miseria en que se desarrollan los personajes, el contraste de la pantalla de plasma en la sala en un lugar donde todo huele a viejo es una radiografía de las clases medias mexicanas.
Las razones del Corazón parecen ser un recordatorio para el director de que ya debe salir de su zona de confort y buscar nuevos horizontes, alejados de los estilos de su eterna guionista y con quien creo cintas claves para el cine nacional, pero que en este momento ya no sólo acusa signos de cansancio sino que se ven en pantalla.
Sólo para los mega fans del cine de Ripstein o esnobistas de la hipsterteca nacional que creen que todo lo que huele a extranjero es lo único vale la pena.