Gregorio Rocha es un documentalista con una visión muy particular del mundo, lo que le hace traspasar su mirada a los trabajos realiza y provoca que el espectador se enganche con lo que ve en pantalla y se quede reflexionando. En esta ocasión, su nuevo trabajo es Muros, una mirada al mundo en el que vivimos, donde nos separamos del otro por medio de franjas visibles o invisibles que nos impiden conocer a nuestros vecinos.
Muros es una carta de amor de un padre a su hijo, un legado sobre el mundo que le toca a uno vivir y al otro explicar, el realzar el absurdo de las fronteras, de las segregaciones, de poner siempre cosas que separen al ser humano, uno del otro.
El director viaja por el mundo, de Arizona, a Palestina, o quizá era la Muralla de Adriano, en Inglaterra o la zona ocupada por Marruecos de la República Saharauí. Llega a un momento en que las mismas fronteras se confunden, los actos de los poderosos se parecen en todas partes, los actos de intimidación siempre tienen esa arrogancia de aquel sabe no se le puede tocar por ser superior militarmente.
El trabajo no sigue una narrativa lineal, deja que las ideas lo lleven de un lado a otro, deja que las ideas nos lleven a los distintos muros y que sean detalles los que los liguen al otro, regresando en ocasiones como un bumerang, en otras alejándole y haciéndole una referencia a más cosas. Esto convierte al trabajo en único al hacer que el espectador deba ser un cómplice de lo narrado, al obligarle a hacer conclusiones, a indignarse y asombrarse.
Muros causa malestar, indignación, es imposible quedar impasible ante lo que vemos, te lleva a reflexionar y cuestionar las necesidades del ser humano y sus necedades. Una obra que puede convertirse en fundamental para tratar de entender los muros que nos dividen y marcan.
Lo pueden ver en la Cineteca Nacional.