El cine que lleva de protagonistas a niños es uno de los más complicados dentro de la historia nacional, son contadas las películas donde éstos se comportan como tales y no son una réplica de los adultos, donde les vemos vivir su infancia y la forma en que los acontecimientos ocurren a su alrededor los afectan, ahora llega “Valentina o la serenidad”, la cual entrega uno de los mejores trabajos del año.
El padre de Valentina fallece en un accidente en el río, ella no acepta la muerte del mismo y a sus siete años hará todo lo posible para que su madre entienda que su padre va a regresar. El tiempo y las acciones de los adultos le irán haciendo tomar consciencia de la situación y deberá enfrentar el duelo a su manera.
Ángeles Cruz es una gran directora, lo había demostrado con sus cortometrajes y su primer largometraje, por lo que no sorprende que en su segunda cinta siga demostrándolo y que, además, continúe explorando los temas que le importan, con una sensibilidad y manejo de ellos que pocos directores tienen en el mundo. En esta ocasión no sólo destaca la forma guía a sus actores sino el especial cuidado otorga al entorno donde se desarrolla la historia, convirtiendo la cámara en una extensión de los ojos de la protagonista, fijándose en los detalles del campo, de los árboles, de los insectos. Ángeles Cruz nos lleva con su segundo trabajo a conocer el dolor y la pérdida ante los ojos de la infancia, por momentos encontramos ecos de “La Tirisia o cómo curar la tristeza”, su cortometraje del 2012, recordamos a “Arcangel”, pero, por increíble que parezca, ahora con una mayor sensibilidad, con un manejo de la inocencia desbordante.
La cinta es su protagonista y en el papel de Valentina tenemos a Danae Ahuja Aparicio, quien conquista la pantalla con su frescura, con su capacidad de transmitir sus emociones, sus pesares, su inocencia, a su lado destaca el niño Alexander Gadiel Mendoza S., su mejor amigo y quien siempre le apoya y se convierte en un soporte importante para que ella pueda seguir adelante. El papel de la madre recae en Myriam Bravo, encargada también del casting de la cinta, personaje eco de Valentina en sus dolores y que, al igual que la hija, deberá sobreponerse a su pérdida.
“Valentina o la serenidad” no cede a la tentación de darle voz a los adultos, si bien somos partícipes del dolor de la madre y los hermanos, su proceso de duelo no es algo en lo que nos veamos envueltos, lo que nos interesa es la forma la protagonista lo supera, en cómo busca explicarse la ausencia paterna, la forma en que ello le lleva a relacionarse con el río y un árbol quemado por un rayo, que se vuelve una metáfora sobre ella.
En el transcurso de asimilar el suceso, la protagonista entabla una gran relación con el río, donde cree encontrar el alma de su padre, donde este ha hallado su nuevo lugar de residencia, es sutil y encantador el detalle de que ella descubre que quizá la forma de hablar con su padre sea con una lengua indígena, la que el hablaba y ella no aprendió, por lo que deba recurrir a su amigo para que se la enseñe, recuperando con ella un hilo de pertenencia.
La forma en que logra capturar la relación de la naturaleza con Valentina, la forma en que el terreno se convierte en su cómplice y el cariño demuestra a su pequeño amigo, son retratados con una mano firme pero no conductora de lo que sucede, como si lo que vieramos fuera un producto casi documental y no el trabajo de meses, obteniendo reacciones que, de genuinas, apachurran el alma del espectador.
“Valentina o la serenidad” es un relato emotivo, doloroso, libertador, esperanzador. Una de las mejores películas mexicanas de éste 2023 y que continua la gran carrera de realizadora de Ángeles Cruz, un trabajo sincero, no manipulador, no chantajista, en cambio, entrañable y memorable.
La cinta formó parta del Festival Internacional de Cine de Morelia 2023.
Los invitamos a ver el tráiler.
“Valentina o la serenidad”
Director: Ángeles Cruz
Guión: Ángeles Cruz
Con: Danae Ahuja Aparicio, Myriam Bravo, Alexander Gadiel Mendoza S.
País: México 2023
Duración: 86 minutos
