Tlatelolco. Verano del 68 de Carlos Bolado se vendía como la cinta que le haría justicia al movimiento estudiantil de ese año en México, la que no sólo revelaría cosas sino aquella cuya precisión permitiría hacerle entender a las nuevas generaciones lo que significaba ser parte de ello. Lamentablemente la película no sólo se queda corta en esas intenciones, resulta una telenovela barata, sin ritmo, con actuaciones caricaturescas y con un guión lleno de baches e imprecisiones históricas que hacen una terrible experiencia lo que se muestra en pantalla.
La cinta narra la relación entre un estudiante de la UNAM, oriundo de Guerrero que conoce a una chica de la Universidad Iberoamericana, hija de un burócrata influyente del gobierno. De fondo, pero muy de fondo, diluido, sin brillo, sin gracia, sin explicación, está el movimiento estudiantil mexicano del 68, el cual no tiene la menor importancia para la historia, podría haber sido la huelga de la UNAM del 86 o la del 2000, lo cierto es que situarla en ese año sólo es por cuestiones de vender algo que no tiene pies ni cabeza.
Escrita por Carolina Rivera, esposa de Fernando Sariñana quien destrozó en su momento el Canal 11 del IPN, Tlatelolco parece un desesperado intento de seguir limpiando la imagen del Partido Revolucionario Institucional y la de sus políticos, principalmente la de Luis Echeverría, al cual exculpa de la masacre ocurrida en Tlatelolco la tarde del 02 de octubre de 1968, culpando en todo al presidente en turno y a un oscuro asesor gubernamental traído de Sudamérica. El gran error de la película es sólo utilizar lo sucedido como un telón de fondo, sin preocuparse por explicar las causas que lo ocasionaron, por aferrarse a que el gobierno veía en él a una amenaza socialista y creer en realidad estaba evitando la llegada del comunismo a México a presentarle como un medio para evitar su caída ante un descontento social.
Tlatelolco recurre a recrear algunas de las escenas del movimiento, pero en realidad lo que más usa es stock de diversas fuentes, desde el documental El Grito (Leobardo López Aretche 1968) hasta parte del archivo de Demetrio Bilbatua. La recreación de las marchas se pierde al preferir tomas cerradas que abiertas y, sobre todo, al descontextualizarles por completo. También se alteran momentos grabados en la memoria histórica para dramatizar más la historia, lo cual es entendible pero que le quita validez a la cinta como recreación histórica.
Como documento histórico no sirve, es preferible ver El Grito y meterse en su inocencia, en su calor, en su visión, en lugar de perder el tiempo con Tlatelolco y su falso intento de explicar algo. La película no busca dar contexto, no busca el mostrar la realidad de una época, no busca dar osadas teorías, simplemente lo utiliza para que incautos caigan en la sala y así ganar más en taquilla. Muchos de los sucesos sólo se pueden entender conociendo la historia del movimiento estudiantil y aun así resulta molesto verle en pantalla de una forma tan olvidable.
Si bien desfilan diversos personajes históricos por la pantalla sólo teniendo idea de aquellos involucrados es posible descubrir a varios, como el caso de Oriana Fallaci y de la edecán Regina Teuscher, protagonista del libro de Antonio Velasco Piña. Los líderes del movimiento están desaparecidos, así como se minimiza la importancia del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad de Chapingo, piezas claves en el movimiento y que son relegadas por darles mayor peso a la Universidad Iberoamericana.
Las actuaciones no ayudan a la cinta, tenemos como protagonista a Cassandra Ciangherotti quien con su inexpresiva voz en lugar de convencernos del drama en el que se encuentra sólo provoca risa e indiferencia, no hay nada en ella que logre crear empatía con la audiencia. Como su compañero en pantalla esta Christian Vásquez quien a pesar de ser de que el personaje es de Guerrero, no tiene acento de nada, hasta casi el final de la cinta donde comienza a hablar como ¡norteño!. Roberto Sosa da vida a Gustavo Díaz Ordaz y Ricardo Kleinbaum es Echeverría, ambos caricaturizados, sobre todo el segundo, quien por momentos logra recordar al ratón Pinky de las caricaturas de Pinky y Cerebro.
La película carece de ritmo y por momentos se siente tan acartonada como una mala telenovela, es pretenciosa y olvidable, sin duda causa molestia ver que el movimiento sea utilizado para una mala historia de amor, con diálogos ridículos dichos de una peor forma, llena de clichés y de momentos eternos de humor involuntario. En esta ocasión a Carlos Bolado le faltaron los huevos dijo tener para hacer Colosio, El Asesinato y realizó una cinta que ni siquiera llega a tibia de lo blanda es.
Los invitamos a ver el tráiler.
Tlatelolco. Verano del 68
Dir. Carlos Bolado
Con: Cassandra Ciangherotti, Christian Vázquez, Juan Manuel Bernal, Roberto Sosa, Teresa Ruiz
Distribuidor: Corazón Films
Fecha de estreno: 30 noviembre 2012
País: México 2012
Duración: 110 minutos