Hubo una época en que la noche de la ciudad de México fue el escenario perfecto para los espectáculos de cabaret y la glorificación de sus estrellas, las vedettes. La censura ante la exhibición de cuerpos semidesnudos (o desnudos) se había debilitado y era posible ver muchos espectáculos que apostaban a explotar la libido de los asistentes. La década de los 70s y 80s fueron el último gran momento de las vedettes en el país, cerrando un ciclo que había iniciado a principios de siglo, pasado por diversas épocas de bonanza, para no volver a la fecha. El presente de cinco de ellas es el que se retrata en el documental Bellas de Noche de María José Cuevas, quien apuesta en su primer largometraje el recuperar a esas estrellas de antaño, dueñas de un pasado que parece darle vergüenza a México recordar. La Princesa Yamal, Olga Breeskin, Wanda Seux, Lyn May, Rossy Mendoza son las encargadas de darle vida a los recuerdos de una época, llena de oropeles y que al desaparecer se llevó todo, hasta su recuerdo.
Bellas de Noche si bien contiene gran material grabado en la actualidad, encuentra su fuerza en la impactante cantidad de material de archivo que contiene, el cual nos presenta a las vedettes en su mejor momento y logra que al mostrarles en el día a día actual todo sea sorprendente. Gran parte de este material forma parte del archivo Televisa que sigue demostrando es un arcón lleno de secretos en espera alguien lo haga público (a pesar de que los que odian a la empresa no puedan entender esto).
El trabajo es dominado principalmente por la figura de Wanda Seux, una de las diosas sexuales del México nocturno, quien en la actualidad vive rodeada por sus mascotas y que ha logrado mantener a raya el cáncer que padece. Ver como una de las mujeres más deseadas de México es un ser anónimo en su vida cotidiana logra hacernos reflexionar sobre lo efímera es la fama.
La otra gran figura del trabajo es sin duda Olga Breeskin quien fuera una de las vedettes consentidas de Televisa en su momento. Es notorio que todo el tiempo se encuentra en su personaje, que cada cosa presenta ante cámara está pensada y planeada para intrigar, cautivar al espectador.
No menos interesantes son las reflexiones de Lyn May, Rossy Mendoza y la Princesa Yamal, siendo esta última un caso peculiar ya que en su punto más alto su carrera se truncó porque su nombre se vio involucrado en el robo al Museo de Antropología e Historia de México, ocurrido el 25 de diciembre de 1985 (pero esa es otra historia).
Es revelador ver que casi todo el tiempo que están en cámara se encuentran humectándose, cuidándose, buscando ganar pequeños espacios a la batalla contra el tiempo, perdida hace mucho y que, sin embargo, no les hace retroceder.
Aunque el trabajo no hace hincapié en las leyendas negras que las rodean como es el mundo de las drogas, la prostitución, estos temas salpican de forma inevitable el relato, siendo Olga quien mejor lo define al decir que todo aparecía frente a ella sin que lo pidiera, que el consumir drogas era inevitable porque todas las estrellas la consumían, todas las estrellas bebían sin límite, todas las estrellas tenían sexo sin impedimentos. Es particularmente doloroso el recuerdo de Rossy Mendoza cuando señala que llego a tener brazaletes con joyas preciosas y un arcón lleno de centenarios, los cuales desaparecieron con el tiempo, al ser olvidada por los reflectores.
Bellas de Noche es un trabajo que no podía aparecer en mejor momento, logra recuperar a figuras que aún están ansiosas del reflector, de recordarle a la gente su fama, quienes se atreven a vestir en algún momento como lo hicieran antaño y mostrar que la edad no es impedimento para que puedan verse sensuales, llenas de vida y fuerza.
Y para entender el momento surgieron y el impacto causaron, solo basta recordar, como señala Olga Breeskin, hace treinta años todas querían ser estrellas. Y ¿por qué eran estrellas? Porque las estrellas brillan cuando el sol se mete.
Bellas de Noche
Dir. María José Cuevas
Estudio: Cinepantera / Detalle Films,
País: México 2016
Duración: 93 minutos