En el 2013 se estrenaba en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato la Opera Prima de Alejandro Sugich, el horror pretencioso de “Casi Tr3inta”, una cinta que buscaba reinventar el hilo negro y que en el camino descubría que ni siquiera había inventado el balbuceo. Cinco años después se estrena el segundo trabajo del director, “Prometo No Enamorarme” (antes conocida como “Helena”) el cual demuestra ha crecido en niveles técnicos pero que sigue instalado en hacer cosas pretenciosas, aburridas y que no conectan con el espectador.
Julieta, chelista, casada con un músico clásico; Daniel Abad, siente que su relación se desintegra en medio de los compromisos de su esposo y decide ponerle un ultimátum. Dejarán de lado sus compromisos y se verán en la ciudad de México, lugar en el que él le propuso matrimonio, para tratar de arreglar su relación o separarse. Al lugar de reunión llega Julieta, pero Daniel no. Julieta entonces conoce a Iván, un DJ que graba sonidos para su próxima presentación. Las siguientes 24 horas, Iván y Julieta estarán juntos en las calles de la Ciudad de México. Iván, idealizando a Julieta, se enamora de ella. Julieta, al lado de alguien que la aprecia y admira, se siente acogida en un momento en que le hace falta. Pero la realidad siempre llega en el momento inoportuno.
“Prometo No Enamorarme” es el horror del cine pretencioso mexicano, aquel que quiere crear cintas para reflexionar, imitando las cintas europeas, pero careciendo de la mano para crear la magia de aquellas. Es una película irrisoria, burda, llena de detalles que el director considera ingeniosos y que resultan peor resueltos que películas de Juan Orol. No todo es culpa del director, aunque si tiene mucha de ella, el guión hace agua por todos lados, una situación tan improbable que todo el tiempo necesita del Deus ex machina para hacer avanzar la historia.
La cinta depende de la química entre sus dos protagonistas, la española Natalia Varela, y el mexicano Alfonso Dosal, la cual no existe más allá de lo que la cinta quiere creer, sintiéndose poco gráciles en pantalla juntos. Hay que destacar sin embargo que es uno de los mejores trabajos de Dosal, alejado del encasillamiento de actor de chistes que quieren hacer de él, mostrando hay un gran actor que puede despuntar si trabaja mejor los papeles elige en el futuro. Eso sí, el cameo de Alfonso André como el director de orquesta puede ser hilarante, sobre todo por su cara de no saber qué hace en esta película que tiene.
Los diálogos son tan irreales que parecen más frases de Cohello que otra cosa, la forma en que la violonchelista descubre que el ser DJ es algo más que robarse el talento de otros y la forma en que el DJ descubre que los intérpretes de música clásica no son tan mamones como parecería es muy forzada. Quizá lo mejor sea la idea que éste tiene de ellos de que en realidad solo interpretan covers, comparándoles de forma indirecta con los músicos hueseros de una boda, sea lo más interesante.
La fotografía y, sobre todo, el sonido, son lo más destacado de lo que vemos en pantalla, siendo el audio de la cinta muy interesante y que merecería una mejor cinta de la que le toca representar.
Si no fuera porque este año parece empeñado en estrenar las peores cintas mexicanas de los últimos años, esta hubiera sido de inmedio un low ten, pero con cosas como “Lo Más Sencillo es Complicarlo Todo” y “Tuya, Mía, Te la Apuesto” hasta puede tolerarse como algo no tan terrible aunque en el fondo lo sea. Evítele como “Casi Treinta” y tome con mucho cuidado cualquier otro trabajo realice Sugich. Ni bajo su riesgo.
Los invitamos a ver el tráiler.
“Prometo No Enamorarme” (antes “Helena”)
Director: Alejandro Sugich
Guión: Juliana Nanti, basada en una historia de David Villegas
Con: Natalia Varela, Alfonso Dosal
Distribuidor: Cinépolis Distribución
Fecha de estreno: 08 junio 2018
País: México 2017
Duración: 90 minutos