En la segunda puesta en escena de El Circo de los Horrores, ahora inundan el Teatro Molière los locos, los maniáticos, psicópatas y demás enfermos mentales que pueden verse deambulando en el lobby del Teatro justo antes de la función.
Si son nuevos en esta locura, es justo advertirles que la experiencia comienza desde la entrada al teatro. En el momento en que los espectadores entran al lobby del Teatro Molière se enfrentan a los maniáticos del Circo, ya sea con risas estrepitosas, locos en camisas de fuerza o uno que otro psicópata cargando una sierra eléctrica. Para los asiduos a este cabaret, no cambia la dinámica, simplemente cambian los personajes y el estilo del espectáculo.
Si bien el nombre de El Circo de los Horrores puede espantar a más de uno, no es para tanto. En esta ocasión el ambiente lejos de ser terrorífico, es sumamente divertido. Mientras que el espectáculo resulta mucho más estilizado que muestras de fuerza o shows de “fenómenos”.
Manicomio muestra puestas en escena de atletas expertos que hacen que dejen de respirar en prácticamente en cada número. Cabe destacar las jóvenes rusas y su número de contorsionismo con el toque sexy que caracteriza a este show, además de los chicos gimnastas que impresionan al realizar una rutina en barras, sólo que el truco está en que lo hacen al mismo tiempo en barras que forman un rectángulo.
Cabe resaltar el artista que logra combinar el malabarismo con la música, al tener unas pelotitas que al tocar los instrumentos hacen sonidos y con una excelente precisión crea música sin perder el control de sus malabares.
En esta ocasión se une al elenco el Conde Fabregat, comediante mexicano que realiza un divertido monologo en el que habla de su problema de escuchar voces (a las que no hace caso) y de su soltería.
También tenemos el conocido número de Nosferatu, quien esta ocasión sale vestido como Bitelsuso para volver a poner en jaque a algún desafortunado miembro de la audiencia y ver si pueden con los retos que éste les pone a realizar para diversión de todos.
La música en esta ocasión le da un toque completamente diferente y mucho más electrizante, gracias a que la música es electrónica y que encaja perfectamente con las acrobacias y trucos que los artistas realizan durante la noche.
Manicomio no se queda corto como segunda parte y es justo decir que vale cada centavo el costo del boleto.