Basada en la exitosa novela Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins llega a pantallas mexicanas su adaptación cinematográfica que busca posicionarse entre todos aquellos cinéfilos huérfanos de una serie que seguir ante la culminación de Harry Potter el año pasado y la imposibilidad de seguir una saga tan miserable como la de Crepúsculo. Y sin llegar a la maravilla era Potter, el resultado es totalmente superior a cualquier momento de la saga crepuscular seguida por adolescentes hormonales sin capacidad de raciocinio.
Los Juegos del Hambre (The Hunger Games) narra la historia de Katniss, una habitante del distrito 12 que toma el lugar de su hermana para participar como tributo en los juegos organizados por el Capitolio para recordarle a los distritos que lo conforman que su fallida rebelión tiene un costo. Su relación con el otro tributo de su distrito hará que por esta ocasión, los juegos se conviertan en algo que el Capitolio no permitirá.
Los Juegos del Hambre es uno de los estrenos más esperados del año y lo que se ve en pantalla justifica la espera, vemos una trama sobre el amor, la rebelión, la dictadura y sobre el manejo de las sociedades. Lamentablemente si bien es atractiva la película dista mucho de ser redonda y perfecta principalmente por una dirección que está perdida la mayor parte del tiempo y una edición que por momentos juega en contra de la acción en lugar de catapultarle.
La película no es una adaptación literal, se toma algunas libertades, algunas de ellas afectan completamente lo narrado en los libros de la trilogía mientras otras ayudan a entender cosas que en los mismos sólo están sugeridas. Entre los grandes hallazgos de la versión fílmica tenemos el cuarto de control donde se manejan todas las cuestiones de “Los Juegos del Hambre”.
Si bien se insinúa la fuerza de la televisión no queda del todo directo su impacto en la sociedad, lo que en la novela si queda claro y es un elemento primordial para las secuelas.
Un aspecto que resulta desalentador es el de los efectos especiales, los CGI se ven improvisados, falsos, sin realismo, siendo particularmente fallido el efecto del traje de fuego que le gana a la protagonista el título de “La chica en llamas”, un efecto que en el libro es dibujado con tanta precisión y que al verse en pantalla parece todo menos impresionante.
El arranque es pausado, tal y como en las novelas, pero al momento de llegar al Capitolio el ritmo aumente hasta llegar al combate, desafortunadamente la violencia que impregna los libros está ausente casi en su totalidad, quedando sólo un ligero esbozo que se comprende sabiendo la productora no iba a permitir una clasificación restrictiva cuando su público es el de los adolescentes.
El director es Gary Ross quien dirigiera en 1998 Amor a Colores (Pleasantville) y en 2003 Seabiscuit, ambas cintas de ritmos lentos y sin grandes escenas de acción, lo cual demuestra su impericia en las escenas de acción de Los Juegos del Hambre donde el movimiento de cámaras busca ser frenético y lo único consigue es escamotearnos buenos momentos por imágenes vertiginosas que no se disfrutan y hacen se pierda la emoción de la secuencia.
Lo mejor es sin duda la interpretación que hace de la protagonista principal Jennifer Lawrence que dota al personaje de la credibilidad necesaria para hacerla real, una adolescente con el coraje necesario para enfrentar su destino, con el ímpetu que le hace no medir consecuencias y que no le deja rendirse.
Para todos aquellos que no han leído las novelas la película les dará una grata experiencia que les hará volver al cine al llegar las siguientes secuelas, lamentablemente el estudio ha decidido dividir en dos el tercer libro con el afán de sacar más dinero de los espectadores con lo que podemos esperar que el cierre quizá pierda fuerza.
Un debes ver aunque en realidad podrías verle cuando salga en su formato casero sin perder nada de su fuerza, esa la saboteó el director solito.
Los Juegos del Hambre
The Hunger Games
Dir. Gary Ross
Estados Unidos 2012