“Bardo o Falsa Crónica de Unas Cuantas Verdades”

El deseo de romper con lo que la crítica, los espectadores, esperan de un realizador muchas veces les lleva a crear cintas donde convierten la pantalla en el mundo de su realidad, donde los personajes son reflejo suyo y la gente conocen, siendo ahora el turno de pasar por esa cicuta de Alejandro González Iñárritu (o dejémosle en Alejandro G. Iñárritu, no vaya a ser nos acusen de algo), quien nos entrega una cinta que sin duda le dará la razón a sus haters y que también reafirmará su condición entre sus incondicionales, “Bardo o Falsa Crónica de Unas Cuantas Verdades

Silverio es un periodista que ha alcanzado sus mejores años en el reportaje documental, cuando le van a entregar un reconocimiento en los Estados Unidos, país donde vive, comienzan a desencadenarse diversos sucesos que rayan en el surrealismo, situaciones que le llevan a enfrentar su condición de migrante y ciudadano de ninguna parte.

Poco que agregar sobre la figura de Alejandro, un director que desde su primera cinta logró colocarse en el ojo internacional y que en esta su nueva producción, realiza un extraordinario trabajo sobre las cuestiones de la identidad, de la pertenencia, de los recuerdos, de los mecanismos para evitar el dolor, el fracaso, las dudas. Técnicamente se alza como uno de los mejores directores de la actualidad (sí, aunque le pese a aquellos que han hecho de su deporte favorito demeritar su trabajo), no sólo es dueño de una narrativa ágil, sino que en esta película nos sorprende con una cámara suelta, que baila, que danza alrededor de todo lo que acontece. Además, que se decante por la farsa, por el realismo mágico, que nos muestre sin pudor la influencia de Fellini y, sobre todo, de Alejandro Jodorowsky en lo que hace, es un deleite visual.

Y como el alter ego del cineasta, Daniel Giménez Cacho entrega uno de los papeles más demandantes de su carrera, pero también uno donde su histrionismo alcanza niveles de locura, encumbrándole, situándole en el Olimpo de los actores mexicanos de todos los tiempos. Y rodeándole un cuadro de actores que le dan réplica, que no se amilanan, que no retroceden, Griselda Siciliani, Ximena Lamadrid, Jay O. Sanders, Iker Sánchez Solano, Andrés Almeida, Francisco Rubio, todos forman parte de un terciopelo de recuerdos, de ese muro del que canta Pink Floyd.

Bardo o Falsa Crónica de Unas Cuantas Verdades” esconde en su título todo lo que veremos, el bardo es tanto la persona que recita poemas como ese estado intermedio entre la fantasía y la realidad, y ambos conceptos se encuentran en la película, el subtítulo es simplemente la sinopsis perfecta de lo que veremos en escena, no sólo corresponde al título del documental más polémico del personaje, sino nos dice que no debemos tomar tan literal lo que se nos ofrece en pantalla. Estamos entonces ante una cinta que es una alegoría y que, como tal, esconde muchas verdades en su interior.

Y no, no es que la película este llena de simbolismos ocultos, el director apuesta por lo obvio, por lo directo, ¿para qué ocultar las cosas si lo que desea es dejar clara su postura ante ciertos temas? Es así como desde el arranque nos habla de la importancia de pertenecer a un lado, de la diferencia entre aquellos que deciden quedarse en un lugar ante aquellos que prefieren ampliar sus horizontes, situación que remarca toda la película y que encuentra su punto máximo en la charla tiene con su amigo periodista, ante quien Alejandro, en voz de su protagonista, justifica su salida del ámbito nacional, su abandono a los medios donde se formó, mirando su éxito fuera del país y confrontando a aquel no se quiso ir, liberándose de las culpas asumidas por las decisiones de los demás, asumiendo sólo sus actos.

Hay momentos donde los diálogos le restriegan en el rostro al espectador su realidad, la del director, quien desde una zona de privilegio, que también deja clara en su narrativa, nos dice lo complicado es no ser ya mexicano ni ser gringo; las relaciones familiares entre miembros de diferentes culturas; la forma en que desprecia el periodismo actual que va sobre el espectáculo y no sobre lo que importa; la moda de los influencers, youtubers y tiktokeros que no sirven para nada; sobre la forma el narco domina la vida pública nacional.

Y si los diálogos son reveladores, su parte estética es aún más fuerte, desde ese desierto que consume todo lo que camina (o vuela) sobre él; esa pirámide de cuerpos sobre la que se cimentó la nación mexicana; esa forma de retratar la situación de los desaparecidos en la actualidad, bajo la mirada indolente de las autoridades, ya sean eclesiásticas o federales; esos guiños a la política mexicana y su ineficacia (pasada y actual, sobre todo la actual); esos ajolotes que reflejan la identidad mexicana, ambigua, que se arrastra, que nada, que desconoce en realidad su verdadera forma. También vale la pena señalar ese entrañable momento cuando en un baño cutre, cutre entre los cutres, reencuentra a su padre fallecido y tras volverse niño sin perder de vista su verdadera edad, lo abraza y se reconforta. En lo personal, me fascina la secuencia del California Dancing Club, un portento de imaginería cinematográfica.

La música de la cinta va más allá del score, como en su primer trabajo, el director se apoya en canciones que le dan gran peso a las escenas (no, no usa el tema de los Beatles que sale en el tráiler), llegando a momentos delirantes como el punto máximo de la fiesta en el ya citado California Dancing Club de la ciudad de México.

Y la fotografía de Darius Khondji tiene una gran capacidad de captar la luz natural, de resaltar la falsedad de las luces en interiores, siendo un gran cómplice no sólo para el director sino para Eugenio Caballero que nos entrega, de nuevo, un gran diseño de arte.

Bardo o Falsa Crónica de Unas Cuantas Verdades” es una cinta que confronta, hecha de un mexicano para mexicanos, quienes podrán entender todo lo que la cinta señala de forma total, que no perderán los detalles que para los extranjeros será incomprensible, que nos habla de la forma ve el país alguien ya no está en él pero que no deja de estar en él, que le repudia al estar parado de nuevo en él pero que lo defenderá a muerte en otros lugares. Es una cinta para debatir, para condenar, para aplaudir. Pero, sobre todo, es una cinta para celebrar, porque en un mundo donde expresar opiniones que están contra lo que los fascistas de lo correcto, de las focas aplaudidores de los regímenes políticos, de los que creen grabarse con un celular diciendo a todo es increíble, etc. etc., expresarse contra ello, es un acto de ética, de coherencia, de toma de postura (de la que se podrá estar a favor o en contra) que debe de reconocerse.

Desafortunadamente tendrá una poca vida en salas de cines, es producida por Netflix, pero vale la pena el esfuerzo de buscarle en alguna cadena exhibidora o sala de arte y verle, Es cine para disfrutarse y comprenderse en una sala cinematográfica, no en una pantallita. (Haters de AGI es su momento de destrozarlo, Incondicionales, su momento de decirle maestro. A todos los demás, la oportunidad de ver un trabajo cinematográfico sui generis). Y sí, México es el único país capaz de hacer de una derrota humillante, una victoria épica.

La cinta tuvo su estreno naciona en el Festival Internacional de Cine de Morelia, donde inauguró las actividades.

Los invitamos a ver el tráiler.

Bardo o Falsa Crónica de Unas Cuantas Verdades

Director: Alejandro G. Iñárritu

Guión: Alejandro G. Iñárritu / Nicolás Giacobone

Con: Daniel Giménez Cacho, Griselda Siciliani, Ximena Lamadrid, Jay O. Sanders, Iker Sánchez Solano, Andrés Almeida, Francisco Rubio

Distribuidor: Netflix

Fecha de estreno: 27 octubre 2022 (México) 16 diciembre 2022 (Netflix)

País: México 2022

Duración: 174 minutos


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