Uno de los directores argentinos más arriesgado de tiempos recientes es, sin duda, Lisandro Alonso. Con su muy particular estilo narrativo y su amor por la contemplación, ha retado a los amantes del cine comercial, caracterizándose por portar la bandera del cine independient ey de autor donde el intimismo va sobre la acción. Ese sello y el tiempo que se da entre proyectos lo hacen ser un provocador con el cual puedes engancharte o, de la misma forma, no conectar en absoluto con el gran público que usualmente busca alcanzar.
Nueve años después de “Jauja” (2014), donde Viggo Mortensen hacía del capitán Gunnar Dinesen en un extraño western que rompía tiempo y espacio al más puro estilo del bonaerense, Alonso estrenó “Eureka” (2023), exhibida por primera vez en el pasado festival de Cannes, donde nuevamente ahonda en sus pasiones y juegos narrativos para plantear una interesante metáfora sobre los efectos del colonialismo en los pueblos indígenas en un viaje que nos lleva por diferentes partes del tiempo.