El teatro ha sido siempre una fuente constante de temas e intérpretes (en los más extraordinarios casos) de la cinematografía desde que los Lumiere presentaron su creación al mundo. En la medida que el cine tomaba más y más confianza en su construcción, ambas artes tomaron una respetuosa distancia que se acortaba cuando algún director decidía retomar las raíces y mostrar respeto mediante el ejercicio teatral para ser mostrado en pantalla; como ejemplos muy accesibles de ver tenemos La Soga (The Rope 1948) de Hitchcock, The Big Kahuna (2000) de John Swanbeck o ¿Sabes Quién Viene? (Carnage 2011) de Roman Polanski.
Por otro lado, uno de los autores más importantes de habla inglesa es a su vez, uno de los más interpretados en el mundo anglosajón y que sirve como examen para todos aquellos actores y actrices que quieren demostrar su capacidad interpretativa en escena: William Shakespeare. Sus obras han sido llevadas a la pantalla de cine frecuentemente; a veces con muy buena fortuna y otras francamente patéticas.
Sin embargo, en muy pocas ocasiones desde 1895, el cine a retratado al teatro como si fuera un espectador más. La más reciente es esta que el National Theatre Live trae al lunario gracias al British Council México: Hamlet dirigida por Lyndsey Turner protagonizada por Benedict Cumberbatch.
¡AY POBRE YORICK! YO LO CONOCÍA
Hamlet del National Theatre es una obra que fue filmada a partir de su puesta en escena para ser exhibida en cines alrededor del mundo. A partir de un preciso manejo de cámaras que no solo aprovecha el espacio del escenario sin irrumpir la interpretación de los actores sino que permite, en tomas cerradas, acercarnos casi a plano americano a algunos actores para permitirnos disfrutar aun más la fortaleza de la actuación.
El tradicional recurso del cine se reduce exitosamente a toma fija de cámaras situadas en varios puntos del escenario con lo que el paneo es inexistente para dar paso a un ejemplar proceso de edición para poder estar en diferentes lugares y perspectivas del escenario. Tampoco son utilizadas las profundidades y efectos visuales o de sonido metidos en la post-producción dado que estamos en presencia de una puesta en escena monumental donde la cámara es un ojo más de los tantos espectadores presentes en la filmación. Esto logra también la grandilocuencia interpretativa así como el constante ir y venir del abanico de emociones que nos son entregadas de cada uno de los actores en la fluidez de los complejos diálogos (subtitulados al español) y el trabajo corporal que los acompaña.
Haciendo a un lado la interpretación de Cumberbatch como Hamlet, el reparto alrededor de él funciona de manera precisa resaltando el trabajo de Leo Bill como Horacio, Jim Norton que hace del personaje de Polonio un trabajo insuperable, Diveen Henry como la Reina y madre de Hamlet y por supuesto un estupendo Ciarán Hinds como el sustituto del Rey y tío de Hamlet, Claudio. Un trabajo brillante de estos actores alrededor de un impecable Benedict Cumberbatch que hace de Hamlet un personaje más complejo aun. Y si bien es cierto que ha hecho grandes trabajos de actuación en la televisión y el cine, verlo ponerse a prueba bajo los estándares del teatro de Shakespeare no hace sino reforzar que Benedict Cumberbatch es uno de los grandes actores del momento en Inglaterra y el mundo.
EN RESUMEN
Lyndsey Turner apuesta por la actualización de la obra sin caer en los abusos visuales ni sonoros. La obra está cuidada de principio a fin en todos los detalles lo que permite a los actores interpretar sus personajes con amor y pasión al texto que también tiene unas interesantes pero sutiles actualizaciones que hacen que las 3 horas que dura se pasen en un abrir y cerrar de ojos. Presenciar la obra no solo por Cumberbatch sino por los demás acompañantes en escena es una de esas oportunidades imposibles de perder.
La temporada de esta puesta en escena tendrá unas cuantas funciones más en El Lunario para despedirse de México para no volver. Disponibilidad de fechas y boletos en la web del lunario o bien en nationaltheatre.org.uk
