Siempre voy a aplaudir las propuestas narrativas dentro del cine mexicano que se arriesguen y busquen abrir nuevos caminos y territorios para lo que se produce en el país, y es que estamos tan acostumbrados a ver comedia romántica o películas de intento de terror como las que buscan conquistar al público que paga su boleto llenando salas comerciales, como el ver películas tan pedantes y pretenciosas, en muchos casos, para llevar a la gente a los circuitos alternativos. Dentro de ese panorama que se estrene una cinta como “El Día Que Cambio Todo” es, por el simple hecho de existir, admirable.
Han pasado siete años desde la noche en que un violento asalto culminó con la muerte de la esposa de Mario, quien ha dedicado los últimos años a buscar a los asaltantes para cobrar venganza. Cuando un encuentro fortuito lo acerca a los perpetradores, su espiral de violencia alcanzará niveles catastróficos, todo mientras él mismo deberá confrontarse consigo mismo para entender hasta donde quiere llegar.