Críticas
Las paredes hablan, hasta para ser cursi tiene su chiste
Durante el pasado FICA en algún momento surgió una pequeña plática sobre los lugares comunes en películas y todos aquellos términos que usualmente se utilizan en críticas de cine. Por un parte se comentó que para los jóvenes, aquellos que apenas se están acercando a ver cine, en realidad no existen lugares comunes, que ellos van formando su criterio. Por otro lado, sin decir que lo antes dicho no sea cierto, también existe un pasado que si se olvida entonces también se pierde una parte fundamental en cualquier análisis. Y la historia no afecta sólo al cine, en cualquier tipo de arte existe el mismo problema.
En cuestión de historias se ha dicho de mil maneras que no es la historia la que importa, es el cómo está contada. No es lo mismo Diario de una pasión (The Notebook Cassavetes, 2004) a P.S. I Love you (LaGravenese, 2007), cada uno de nosotros contamos las cosas de manera diferente y es esa diferencia que hace cada cosa única. Sin embargo, no todos son cuentacuentos. Y algunos deberían mejor abstenerse de contar historias, así como algunos no tienen gracia para los chistes otros simplemente no atinan para transmitir una historia.
Táu, el desierto un lugar para enfrentar los demonios internos
Un hombre (Brontis Jodorovsky) en busca de algo llega a un desierto, no sabemos dónde ni sabemos por qué. Pronto vemos que recolecta pedazos de cactus y los dibuja, no es difícil adivinar ahora a qué se dedica. Sin embargo, toda la tranquilidad que aparenta de día se ve eclipsada por un tormentoso pasado que ahoga con tequila por las noches.
Una bola de fuego aparece por un segundo y así como el personaje, uno cree es el efecto del alcohol. Los días pasan y cada noche es lo mismo hasta que un día se levanta, sólo para darse cuenta de que todo ha sido destruído y sin agua ni alcohol tiene que encontrar una forma de salir de ahí y sobrevivir. A partir de este momento, entramos en un viaje entre los efectos del peyote, la falta de alimentos y agua, y un pasado que toma forma física.
Táu filmado en Wirikuta intenta mostrar el lado místico del desierto así como la importancia de conservar un mundo que no se debería de modificar, que tiene sus propias reglas y que si nos adentramos a él, nosotros simples mortales, será para enfrentar todo aquello de lo que huimos.
Post Tenebras Lux, la interpretación de los sueños
El más reciente trabajo de Carlos Reygadas, Post Tenebras Lux, que lo llevó a ser Mejor Director en Cannes 2012, se estrena esta semana a nivel nacional. Es más que conocido que los trabajos de Reygadas no sólo levantan polémica sino que rara vez hay punto medio, son odiados o los alaban.
Y por supuesto su más reciente trabajo no se salva de dicha polémica, sólo que esta vez alejado de escandalizar con escenas fuertes se acerca a una especie de sueño entre un juego de Rugby, un futuro posible de una familia rica, un presente desalentador y un diablo en CGI por las noches. Y, sí, es simplificar todo aquello visto, es enunciar los elementos principales de un ejercicio cinematográfico.
The Master, hermosa visualmente, vacía en su interior
Paul Thomas Anderson saltó a la fama en 1997 cuando dirigió su segunda cinta, Boogie Nights, un oscuro y fascinante retrato de la industria del cine porno en los 70s. Cuando estreno en 1999 Magnolia confirmó que teníamos en frente a un hábil contador de historias que además tenía una impresionante técnica. Su siguiente cinta Punch-Drunk Love (2002) no alcanzó las expectativas y Petróleo Sangriento (There Will Be Blood 2007) lo volvió a encumbrar. Ahora regresa con The Master, la historia de un hombre que funda un centro de recuperación espiritual donde las cosas no son muy claras.
Basada parcialmente en la figura de L. Ron Hubbard, fundador y creador de la Cienciología, la cinta es un viaje por las relaciones humanas, la amistad, el poder y la fe. Visualmente poderosa, la película no logra atrapar al espectador y se estira de forma interminable hasta su previsible fin.
Fogo, la contemplación de la soledad y el aislamiento
La isla de Fogo, ubicada en Canadá, es un terreno áspero, poco amigable, lleno de soledad y sin habitantes. Ante la escases de todo, la gente ha huido y pocos habitantes viven en la isla, sobreviven en ella, aferrándose a un lugar que les rechaza y les hunde. Esa es la historia que Yulene Olaizola presenta en su nueva cinta Fogo, donde reflexiona sobre lo que podría suceder en la isla si se ordenará, de nuevo, el abandono de ella.
Yulene apuesta por una cinta contemplativa, pasiva completamente, donde en apariencia no pasa nada y en el fondo, no pasa nada, pero se transmiten muchas cosas. Una película de una escasa hora de duración que se siente eterna, con una belleza visual que sin embargo no justifica lo que sucede en ella.