Acorralados por la guerra, el desierto y el Estado Islámico, los nigerianos huyen diariamente de su continente a Europa –desembarcando en el punto más cercano: el pueblo italiano de Lampedusa- huyendo de las tragedias que les rodean. Tienen que hacerlo a través del mar y miles de personas han fenecido ahogadas en su huida. En Fuego en el mar (Fuocoammare), el más reciente documental del italiano Gianfranco Rosi (director de El Sicario), vemos todo esto desde la perspectiva del puerto italiano que los recibe humanitariamente desde su hipertecnologizada frontera. Y al mismo tiempo, un chiquillo en este lugar, lucha contra el diagnóstico de un “ojo perezoso” al que tiene que reeducar para ver correctamente, mientras disfruta jugar con la resortera, asiste a la escuela y es aconsejado y cuidado por su padre.
Eugenio Polgovsky nos presenta en su nuevo documental un caso de contaminación que ocurre en la cascada de El Salto de Juanacatlán, Jalisco, la cual era conocida como “el Niágara mexicano”, poseedora de un desnivel de 20 metros, perdiendo su encanto y fuerza a partir de la década de los 70 cuando se instaló un corredor industrial a sus orillas, el cual utilizó el río como vertedero de sus contaminantes.
Polgovsky nos lleva a recorrer la zona a través de los recuerdos de los habitantes de la zona, los cuales rememoran su infancia en un lugar lleno de luz y vida, donde la pesca y el uso de agua potable directa del río era la fuente de trabajo y alimento del lugar, perdiendo todo ello con la fábricas que si bien reclutaron a la gente local para su mano de obra, también se llevó todo lo demás.