El cine de horror no está peleado con la calidad técnica, pocas ocasiones podemos ver películas donde la técnica sea tan sorprendente como lo es en “The Strings” donde desde el arranca podemos percatarnos del ojo privilegiado de su director, de la gran fotografía tendremos, el ver unas manos manchadas de sangre sabemos que hay algo que promete. Y esa promesa se queda en eso, promesa, pasando esa secuencia si bien la calidad técnica no baja, si somos sometidos a una cinta de ritmo tan lento y contemplativo que parece el horror es aguantarla todo.
Catherine se aísla de todos para crear la música de su nuevo disco, cuando conoce a una chica fotógrafa que le lleva a una casa maldita para una sesión de fotos, extrañas fuerzas sobrenaturales comienzan a asediarle.