Pocas cintas logran mantenerse fieles a sí mismas a través de las secuelas, spin offs y más cosas alrededor de ellas. American Pie ha logrado en su ciclo seguir explotando las mismas bromas que hicieron popular a la primera sin dejar de marcar una evolución en los personajes y las situaciones que enfrentan. Así como las dos primeras partes tenían el mismo título al ser realmente la primera y segunda parte del crecimiento de Jim Levenstein, la tercera parte ya tenía el título separativo de American Wedding, la última parte de la franquicia cinematográfica (dejando fuera todos los spinoffs en video) se llama American Reunion y en México American Pie: El Reencuentro.
Han pasado 13 desde que la generación del 99 se ha graduado y es una buena excusa para organizar la fiesta de reencuentro de los mismos, una reunión que si bien está instalada en la nostalgia tiene como objetivo reconocer el paso del tiempo y dar el paso final a la madurez.


Han pasado más de diez años desde que Perseo destruyó al Kraken, viudo, vive como pescador cuidando a su hijo pero cuando Zeus y Poseidón son traicionados por Hades para traer de vuelta a su padre Cronos debe retomar sus armas para controlar el desastre.
Basada en la exitosa novela Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins llega a pantallas mexicanas su adaptación cinematográfica que busca posicionarse entre todos aquellos cinéfilos huérfanos de una serie que seguir ante la culminación de Harry Potter el año pasado y la imposibilidad de seguir una saga tan miserable como la de Crepúsculo. Y sin llegar a la maravilla era Potter, el resultado es totalmente superior a cualquier momento de la saga crepuscular seguida por adolescentes hormonales sin capacidad de raciocinio.
Dos amigos de la infancia se ven separados al crecer por las diferencias económicas de su familia. Ambos coinciden en un seminario donde uno de ellos permanecerá y se convertirá en una de las figuras más tenebrosas del cristianismo, el otro se involucrará en las batallas de la Guerra Civil Española donde se verá forzado a forjarse su destino.
En la vida todo inicia con un deseo de un cumplir un sueño, sin importar qué tan difícil sea el camino o cuántos tropiezos se sufran, uno promete que lo lograra a toda costa. Sin perder la esperanza, un joven emprendedor busca materiales para poder confeccionar una prenda que cambiara la vida de la gente, cuando por fin encuentra un bosque lleno de hermosas trufulas, sin dudarlo ni pensar en las consecuencias de sus actos, decide utilizar los recursos del bosque sin ponerse límite alguno. Ante esto viene la destrucción capitalista de explotar todo los recursos naturales sin prever que no son eternos pero irremediablemente el daño está hecho y cuando uno cae en desgracia, habrá otro que se aproveche de la situación.
Brandon un ejecutivo exitoso y soltero es forzado a ajustar su ritmo de vida cuando su hermana, Sissy, llega a su departamento sin previo aviso. Con una relación problemática y con guiños incestuosos, ambos personajes demuestran el vacío de sus vidas, él viviendo sólo a través de sus relaciones sexuales y ella tratando desesperadamente de encontrar una relación sentimental que la saque de su soledad.
Jean-Jaques Annaud siempre lo logra, al terminar una película suya siempre quedamos con la sensación de que hemos visto algo bueno, que no sólo satisface nuestras necesidades de cine comercial sino de arte. Así nos pasó con La Guerra del Fuego (Quest for Fire 1981) El Nombre de la Rosa (The Name of the Rose 1986) y, en menor medida con El Amante (L'Amant 1992) y Siete Años en el Tibet (Seven Years in Tibet 1997). Y al igual que con esas películas, al momento de mirarlas sabíamos había algo que no terminaba de cuadrar, de convencernos, aun cuando al final no podríamos decir fueran malas o incompletas.
La amistad de dos grandes amigos se ve comprometida cuando se dan cuenta que ambos les gusta la misma mujer y ella será la que decida con quién se queda. El trío de actores, Reese Whiterspoon, Tom Hardy y Chris Pine tienen una química en pantalla maravillosa, con actuaciones acertadas y un guión estupendo, Esto es guerra se levanta como una película que logar combinar romance y cursilerías con acción y derrame de testosterona.
Edgar Rice Burroughs le dio a las novelas dos héroes legendarios y míticos, uno de ellos fue Tarzan, el hombre mono, que criado por monos creció en la selva y se convirtió en rey de ellos. El otro fue el inmortal viajero intergaláctico
David Schwimmer, el hermano de Monica en la serie Friends, Ross el paleontólogo, la voz de la jirafa de Madagascar, el actor que la mayoría olvidamos de inmediato, nos sorprende con su segundo largometraje, La Perdida de la Inocencia (Trust) donde se revela como un director inteligente y capaz de hacer un drama que sorprende y logra crear consciencia sobre un tema tan escabroso como la pedofilia.
Un accidente aéreo hace que siete extraños tengan que confiar el uno en el otro para salvar sus vidas, enfrentados al clima extremo de Alaska también tienen que lidiar con sus temores y con los lobos grises que los están cazando.
Juan Carlos Rulfo se ha destacado como uno de los mejores documentalistas de la actualidad con cintas como Del Olvido al no me acuerdo y En el Hoyo, una sobre su vida familiar, otra sobre la vida colectiva de la ciudad de México. Carlos Loret de Mola es uno de los periodistas (no lectores de noticias) más interesantes de Televisa con un agudo olfato periodístico y una manera de acercarse a los jóvenes que conforman su principal sector de público (y se todos los antitelevisa se cortaran las venas ante lo anterior pero su percepción cerrada no me interesa).